Pandemia

Autogobernanza

La palabra de 2021 bien podría ser «autogobernanza». Cuídense mucho. Ya saben que nadie lo hará mejor que ustedes

Entre los rituales de cada final de diciembre, hay uno especialmente significativo: el de la elección de la palabra del año. Siempre produce curiosidad descubrir qué término define con más precisión lo que nos ha ocurrido en los 365 días que estamos a punto de archivar en la carpeta de recuerdos. Desde aquel primer «escrache» de 2013, la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) se convierte en una especie de notario de la memoria colectiva y nos deja un álbum de nuestra historia más reciente: nos hicimos un «selfi» en 2014, sufrimos con el drama de cada «refugiado» a lo largo de 2015, empezamos a detectar las tensiones del «populismo» durante 2016, reconocimos la «aporofobia» en la recta final de 2017 (aunque ya nos la había revelado antes la filósofa Adela Cortina), fuimos conscientes de los daños al medio ambiente del «microplástico» en 2018, elegimos «emojis» favoritos para cerrar 2019 y asistimos, entre asombrados y resignados, al «confinamiento» de 2020. A pocos días de la decisión de la Fundéu en este 2021, y cuando hay hasta doce términos que optan a imponerse («ecoansiedad», «fajana», «metaverso», «negacionista», «desabastecimiento» o «vacuna» son algunos de los finalistas), éste es un buen momento para elegir nuestra propia palabra del año: basta mirar alrededor para tratar de captar la esencia de todo lo vivido. Y en un sorprendente giro de guion, 2021 cierra intentando emular los días más intensos de 2020, aquellos en los que el pico de contagios del virus crecía de manera desbocada. Visto así, quizá «bucle» sería un buen resumen. De nuevo, sufrimos la escasez de uno de esos productos que, como las mascarillas o el gel hidroalcohólico, pasaron de ser accesorios a imprescindibles (ahora ocurre con los test de antígenos); de nuevo, nos enfrentamos a las dudas sobre si cancelar encuentros, planes o reuniones y, de nuevo, arrecia la psicosis de las cifras. Sí, podría ser «bucle». Pero también asistimos a las limitaciones de la «cogobernanza», confirmada como trampantojo de eficacia y modelo de gestión que, a falta de medidas restrictivas de ámbito nacional y más allá de la mascarilla en exteriores (¿alguna vez dejaron de verse?), recurre como opción definitiva a la responsabilidad individual de los ciudadanos. Comenzamos el año con la petición de los gobiernos autonómicos de que nos autoconfináramos, atados por las negativas de los tribunales superiores a decretar limitaciones, y lo terminamos con la ausencia de cuarentenas obligatorias y la confianza en el autodiagnóstico de las pruebas en casa. La palabra de 2021 bien podría ser «autogobernanza». Cuídense mucho. Ya saben que nadie lo hará mejor que ustedes.