Pandemia
La España «gripalizada»
Se nos da una solución tardía mientras, a nuestro alrededor, sin ir más lejos en la vecina Portugal, o en Alemania, puedes comprar el test bastante más barato, y en cualquier supermercado
¿No te da la impresión de que, por muchos problemas que nos surjan como país, este Gobierno sigue siempre la estrategia de quitarles hierro o de callar, directamente, ante una población desencantada y curada de espanto?
El rey del asunto es el propio Pedro Sánchez, experto en los discursos optimistas y, si la cosa se tuerce, experto en no comparecer para dar explicaciones y en dejar que el tiempo pase, plácidamente. Ahora que seguimos aún inmersos en la sexta ola del coronavirus, ahora que España registra datos nunca vistos de contagios, ahora que los centros de salud se nos desbordan y las UCIS vuelven a tensionarse, ahora que vemos que algún hospital comienza a instalar camas en su gimnasio por falta de espacio, ahora que cada día se nos mueren por COVID más de un centenar de personas, de media, o más... Justo ahora, Sanidad abraza la teoría de «gripalizar» el coronavirus contra el criterio de la mayoría de los médicos y a pesar, incluso, de la advertencia última de la OMS, insistiendo en que es prematuro quitarle importancia a Ómicron, avanzando que vendrán más variantes.
No sé tú, pero a mí me parece que se han «gripalizado» también muchos otros problemas. Acuérdate de cómo han sido estas navidades, todos gastándonos un dineral en las farmacias por los test de antígenos, buscándolos debajo de las piedras porque estaban agotados en las farmacias. Ahora se nos anuncia, justo ahora, después de las fiestas, un precio fijo del producto a partir del sábado: 2,94 euros (es decir, tres euros mal contados). Se nos da una solución tardía mientras, a nuestro alrededor, sin ir más lejos en la vecina Portugal, o en Alemania, puedes comprar el test bastante más barato, y en cualquier supermercado.
En general, todo lo que nos produce ansiedad en este país tiene como respuesta su «gripalización». O la nada: que protesten, hasta que se olvide. A falta de un Ejecutivo que se decida a trabajar en una ley de pandemias, cada Comunidad Autónoma toma sus propias decisiones. Lo hemos comprobado con las restricciones y lo seguimos sufriendo ahora, ante el aluvión de bajas laborales que ha causado Ómicron. El Gobierno se esconde y deja solas, de nuevo, a las Comunidades, peleando con los tribunales para aplicar sus respectivas medidas. Y los sanitarios, más agotados.
Se nos ha gripalizado antes el problema del precio de la luz. Se nos gripaliza después la falta de apoyos del Ejecutivo para validar la reforma laboral. Y no hablemos del reparto partidista de los fondos europeos, o de hacer la vista gorda ante la enorme metedura de pata del ministro de Consumo, Alberto Garzón, criticando la carne española en la prensa extranjera. No sé qué tiene que pasar para que, en algún momento, los españoles despertemos de la pasividad ante los escándalos políticos.
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