Ucrania

En el abismo de una Tercera Guerra Mundial

La invasión rusa devuelve al primer plano otros episodios históricos como la «crisis de los misiles» de Cuba que pudieron degenerar en un conflicto nuclear

No es la primera vez que el mundo está al borde de una Guerra Mundial desde 1945. Se creía que la caída de la URSS había alejado el fantasma, pero no es así. Rusia tiene el espíritu soviético. No funciona a impulsos. Todo está calculado con tiempo, en un partida en el que cada movimiento da sentido al anterior. Comenzó todo con una guerra híbrida en Ucrania, en 2014, consistente en alimentar el separatismo armado en dos de sus provincias, ocupando Crimea, intoxicando la información y perjudicando sus intereses económicos. Todo por no perder un país satélite que se acercaba a la organización de la OTAN, como en los tiempos de la Guerra Fría.

Putin acercó 150.000 hombres y armamento suficiente a la frontera para una invasión. Cuando Putin se decidió a dar el paso una vez que quedó convencido de que Estados Unidos no iba a responder con la fuerza, en consonancia con la salida escopetada en Afganistán, y que solo iba a responder con medidas económicas. Es una auténtica «blitzkrieg», una guerra relámpago que se inicia con la destrucción aérea de los lugares estratégicos y la posterior entrada de los carros blindados hasta las entrañas de Ucrania.

Occidente no está preparado para un enfrentamiento bélico. Biden es un presidente débil y la UE no tiene fuerza militar. En tiempos de la Guerra Fría, EE.UU. habría respondido con la amenaza o la desestabilización de la URSS en otro lugar del planeta. Ahora la norma es la paz al más puro estilo Chamberlain, elegir el deshonor y el sufrimiento de un tercero mejor que la guerra. A Putin le dan igual las represalias económicas, que se levantaran en dos o tres años, y teniendo a China como aliado.

El conflicto recuerda a episodios cercanos a la Tercera Guerra Mundial. La primera fue por Berlín en 1948, aislada por la URSS en medio de las disputas por el reparto de Alemania. En Corea estuvo a punto en 1950. De un lado estaban la URSS y China, y de otro Estados Unidos y las democracias, como ahora. Intervinieron tropas chinas y los soviéticos proporcionaron armamento, mientras al otro lado el peso lo tuvo el ejército norteamericano. Un millón y medio de muertos después, las cosas quedaron como estaban: una península dividida.

En abril de 1961, Kennedy ordenó la invasión de Cuba usando un plan que Eisenhower había encomendado a la CIA. Reclutaron a exiliados cubanos y prepararon el asalto a la isla. Creían que el desembarco iba a provocar un levantamiento popular contra la dictadura comunista, tal y como habían asegurado los servicios de inteligencia. La CIA falló entonces como lo hizo en Afganistán en 2021. De no recibir el apoyo popular, la opción era internarse en la isla y constituir una guerrilla, como había hecho Castro en 1959. Fue un fracaso. Los 1.400 cubanos aguantaron tres días en Bahía Cochinos.

Castro cerró entonces una alianza militar con Kruschev, el dictador soviético de origen ucraniano. Esto aumentó la tensión entre EEUU y la URSS. Los soviéticos instalaron misiles de medio alcance en Cuba y los aviones espías U-2 norteamericanos los descubrieron. Uno de esos aviones fue derribado y Kennedy se preparó para atacar Cuba. Además se instalaron misiles dirigidos a la URSS en Turquía. Aquello pudo desencadenar una guerra nuclear, que al final se solucionó porque la URSS retiró los misiles. Tras esta crisis se instalaron los famosos «teléfonos rojos» para que los dirigentes hablaran directamente.

En dos ocasiones hubo falsos ataques nucleares. En noviembre de 1979 el sistema de radares norteamericano, la computadora NORAD, detectó que 300 misiles se acercaban a Estados Unidos. Prepararon la respuesta, pero finalmente se trató de un error: la información era en realidad el contenido de un ejercicio de simulacro. En 1983, en septiembre, lo que saltó fue el sistema ruso. Un puesto de control confundió los reflejos del sol con cinco misiles norteamericanos atómicos, los Minuteman. El teniente coronel Stanislav Petrov afortunadamente se dio cuenta del fallo, y anuló el contraataque. Se conoce como el «Incidente del equinoccio de otoño». Dos meses después tuvo lugar el simulacro Able Archer de ataque nuclear, que la URSS creyó cierto.

Hubo otras ocasiones más reales y dolorosas. En abril de 1978 un avión comercial surcoreano fue atacado por cazas rusos. El piloto consiguió aterrizar, aunque hubo pasajeros muertos y heridos. Lo peor ocurrió en septiembre de 1983, cuando un caza soviético derribó un avión de pasajeros surcoreano por invadir el espacio aéreo ruso. Ocurrió en el Mar del Japón, donde existe una gran presencia militar soviética. Al parecer el día anterior se había localizado un avión espía norteamericano, un RC-135, sobrevolando la zona. El ataque se produjo y murieron 269 pasajeros. La URSS dijo que la respuesta era proporcionada a una provocación de Estados Unidos, que contestó con una sanción aeronáutica de tres años. La historia no se repite, solo se parece.