Opinión

¿Guerra de buenos contra malos?

La guerra es siempre un fracaso y una tragedia humana, pero conviene no olvidar el porqué se ha desencadenado la actual por parte de Putin con la invasión de Ucrania. Por algo la Escuela de Salamanca ya fue pionera en definir el concepto de «guerra justa», que no encaja con la actual, pero sí obliga a comprender en profundidad las causas que han llevado a Putin a adoptar esta terrible decisión. Con toda la opinión pública mundial en su contra, de momento ha perdido rotundamente la batalla del relato, lo que significa que aunque gane la guerra militarmente, su aventura arroja un saldo negativo en términos políticos, económicos y culturales.

Siempre es conveniente ponerse en la cabeza del enemigo, no para asumir sus «razones», sino para contraponerle la respuesta más eficaz. Los sucesos producidos hace treinta años con la caída del Muro de Berlín que culminaron con la implosión de la URSS, significaron su derrota total en la Guerra Fría y el triunfo occidental. En esa coyuntura histórica, los EEUU cometieron el «error», también histórico, de aplicar a Rusia trato de enemigo, y así la OTAN nacida para defenderse de la amenaza soviética en Europa, en lugar de replegarse –como hizo el Pacto de Varsovia, que desapareció– lo que hizo fue expandirse.

Para Europa hubiera sido muy beneficiosa la oportunidad de incorporar a Rusia al bloque occidental para ejercer de «estado tapón» frente a la superpotencia china –comunista en lo político y capitalista en lo económico– y así evitar además quedar engullida como un sándwich entre los EEUU y el coloso chino.

En 1962, y para acabar con el Berlín Occidental que la URSS contemplaba como un tumor maligno en su esfera de influencia –el «Telón de Acero»–, Khrushchev desplegó misiles en la Cuba de Castro, lo que Kennedy consideró una amenaza inaceptable para la seguridad nacional, obligando a retirarlos y llevando al mundo al borde de una guerra nuclear. Hoy Putin es el que se ve amenazado por la OTAN, que sitúa misiles en su frontera europea, en especial cuando –según él– EEUU viola el compromiso de no hacerlo adquirido en 1991.

Hoy el antaño Telón de Acero soviético pertenece entero a la OTAN, incluidas también antiguas repúblicas soviéticas como las Bálticas. Para Rusia es una línea roja límite que la exrepública socialista soviética de Ucrania, con quien mantiene intensos vínculos históricos de amor-odio, se sume a esta alianza. Sin olvidar la guerra del Dombass, que Zelenski prometió acabar y que no ha hecho. Esto no es sólo una mera guerra de «buenos contra malos».