Guerra en Ucrania

Entre Bucha y Mariupol: ¿La verdad?

Las imágenes facilitadas sobre las presuntas pruebas de los crímenes de lesa humanidad cometidos por las fuerzas rusas en la localidad de Bucha, bien podrían formar parte de una película de guerra –como sostiene Moscú, que las califica de «montaje»– o tratarse efectivamente de lo que se nos ha transmitido a Occidente: pruebas auténticas de esas gravísimas actuaciones que exigirían incluso que Putin fuera juzgado como criminal de guerra.

Es un episodio más de la guerra de la desinformación que acompaña a la militar que se desarrolla en el «teatro de operaciones» sobre el terreno, lo que nos remite a ese otro teatro donde se simula una realidad que poco o nada tiene que ver con el auténtico y verdadero escenario. La televisión es hoy ese gran teatro en el que ambos bandos en guerra proyectan las imágenes que desean transmitir a sus respectivas audiencias para ganar la batalla del relato de la guerra militar, indispensable para alcanzar la victoria definitiva sobre el enemigo.

La invasión hace de Ucrania el teatro real de operaciones, mientras ambos bandos, con Putin y Zelenski de actores principales, ruedan su particular e interesada película de los hechos para consumo de la respectiva audiencia. Si la población rusa solo conoce la versión que produce y distribuye el Kremlin, de análoga manera le sucede a Occidente y en especial a Europa, pese a que algunos crean que el pluralismo informativo y la libertad de expresión consustancial a nuestras democracias, son garantía de objetividad en el relato de lo que acontece en los campos de batalla.

Pero desde Caín y Abel la guerra y la muerte acompañan el devenir de la Historia de la humanidad con todo su terrible cortejo de desolación, dolor y brutalidad. Las leyes de la guerra intentan «civilizar» los conflictos armados, prohibiendo acciones que atentan contra los más elementales derechos humanos, encomendando al Tribunal Penal Internacional su investigación y juicio cuando proceda. Los juicios de Núremberg contra los nazis tras la Segunda Guerra Mundial marcaron el punto de partida para que los conflictos bélicos se rigieran dentro de un marco jurídico establecido por los Convenios de Ginebra aprobados por la ONU en 1949.

La Fiscalía del TPI ya ha comenzado su trabajo y sería deseable que fuera concluyente al respecto, acreditando la verdad de lo sucedido en Bucha y en Mariupol. En esta última ciudad, Rusia afirma que el batallón Azov habría protagonizado actuaciones de similar inhumanidad que las que contemplamos en el relato occidental de la guerra en Bucha. La verdad nos hace libres.