Política

Sánchez y sus irascibles aliados viajan hacia Abilene

Todos contra Sánchez pero con Sánchez en el poder

Jerry B. Harvey (1935-2015), experto y profesor de administración y gestión, alumbró la llamada «paradoja de Abilene» que, de alguna manera sería aplicable a las relaciones entre Pedro Sánchez y sus variopintos y siempre susceptibles aliados, que ahora se rasgan las vestiduras –sobre todo Pere Aragonès– por el asunto Pegasus y algunas actividades del CNI. Sin embargo, todos, sin excepción, quieren que Sánchez siga en la Moncloa, porque están convencidos de que cualquier otro presidente sería más incómodo para ellos, y quizá tengan razón. Harvey contaba que una familia –matrimonio y los padres de ella– jugaban al dominó una tarde calurosa a la sombra en el porche de su casa de Coleman (Texas). De pronto, el suegro propone ir a Abilene, a unos 80 kilómetros. La mujer dice que es una gran idea, aunque a ella no le apetecía. Su marido se suma a la iniciativa pero solo si está de acuerdo su suegra, que lo tiene claro: «Por supuesto que quiero ir; hace mucho que no voy Abilene». El viaje es largo, polvoriento y caluroso y vuelven agotados cuatro horas después. Uno de ellos, con retranca, comenta «fue un gran viaje, ¿no?». La suegra explica que ella hubiera preferido quedarse en casa, pero que se apuntó porque los demás estaban entusiasmados. El marido apunta que «solo fui para contentaros a todos», mientras que su mujer admite algo parecido y añade que «tendría que estar loca para desear salir con el calor que hacia». Por último, el suegro reconoce que lo planteó porque pensaba que los demás estaban aburridos. Entonces, todos se miran perplejos por haber hecho un viaje que, en realidad, nadie deseaba, aunque nadie lo admitió y el resultado fue decepcionante para todos.

Sánchez y sus variopintos socios y apoyos gubernamentales están inmersos en una especie de viaje a Abilene que también les resulta largo, polvoriento y agotador. Unidas Podemos, ERC, Junts, PNV, CUP y, por supuesto, Bildu, no querrían compartir travesía con el PSOE y, además, al contrario que los protagonistas de la paradoja, lo repiten sin cesar con cualquier pretexto. Los irascibles y susceptibles –ahora sobre todo los «indepes» catalanes– de Sánchez podrían dejar que siguiera solo, aunque eso le impidiera ir a ninguna parte o le resultara más difícil hacerlo. No obstante, como también ocurre en el dilema de prisionero, todos perderían porque también a todos les conviene que el actual inquilino de la Moncloa siga allí. Hay legislatura para rato. Todos contra Sánchez pero con Sánchez en el poder y por eso todos viajan juntos hacia Abilene, como en la paradoja que enunció Harvey.