Guerra en Ucrania

El comunismo en las cumbres

Indiscutiblemente la Rusia de Putin sobrevolará por el cielo de Madrid

Superados los cien días de guerra en Ucrania, con previsiones y características que los más avezados estrategas no acaban de definir, porque ni es clásica, ni relámpago, ni híbrida, si constatamos una realidad que redescubre la crueldad de la ideología comunista. El poder, el partido, la vocación imperialista, el miedo a contagios democráticos que desmoronen el sistema, por encima de la propia historia de los dos pueblos, de los derechos más elementales de sus ciudadanos. El gran miedo de Putin, aunque lo vista ante su opinión pública de reivindicaciones territoriales y de apoyo a minorías, es que Ucrania se sume a la lista de países que han decidido acercarse a las democracias occidentales por la vía de la Unión Europea o de la OTAN. Y ha conseguido, recordando los viejos tiempos de la URSS, crear inseguridades en vecindades que se mantenían relativamente neutrales, como Finlandia o Suecia. Nadie con sentido de la responsabilidad se puede fiar hoy de sus reacciones, incluida la amenaza nuclear.

Difícil lo tiene estos días quien deba diseñar el «orden del día» de la próxima cumbre de la OTAN a celebrar próximamente en Madrid. La organización atlántica tiene buen rodaje en crisis anteriores, aunque esta es diferente. Con una guerra abierta que repercute en mil frentes políticos y económicos y –no lo olvidemos, sociales y humanitarios–, con países que llaman a la puerta de su Artículo 5º, con una Turquía que veta a consecuencia de guerras anteriores, con una Unión Europea, socio importante, que ve preocupada como medidas coercitivas contra Rusia, repercuten en la economía de sus habitantes en un difícil equilibrio entre lo posible y lo deseable, respecto especialmente a dependencias energéticas.

Indiscutiblemente la Rusia de Putin sobrevolará por el cielo de Madrid.

En Los Ángeles, allá por el Pacífico, se celebra también estos días la Cumbre de las Américas, que teóricamente reúne a los países del norte, centro y sur del Continente americano. El veto impuesto por Biden a Cuba, Nicaragua y Venezuela ha arrastrado a otros países a no participar, especialmente México. Es decir que «la construcción de un futuro sostenible, resiliente y equitativo» lema de la misma, no implicará a todos y aunque los Estados Unidos no alimenten hoy contrarrevoluciones como en los años 80 y 90 del pasado siglo, si mantienen una política clara contra el comunismo que alimenta las ideologías de los gobiernos de La Habana, Managua o Caracas, sin descartar otros. Dos bloques, con problemas candentes como la emigración, la droga, la deuda externa, la inflación, la inseguridad ciudadana, el fin de la pandemia y sus consecuencias sociales.

En el ambiente de Los Ángeles, Colombia, potencia regional, que dentro de diez días debe elegir en segunda vuelta electoral a su presidente. Otra vez, bloques. De un lado el ex guerrillero del antiguo y disuelto frente M-19 Gustavo Petro, (40,32% votos) ex alcalde de Bogotá, senador, tres veces candidato a la presidencia, considerado por algunos como promotor de la revolución chavista; del otro, el ingeniero Rodolfo Hernández un «paracaidista» aterrizado por sorpresa en las elecciones (28,15% votos) con la propuesta populista de enterrar la vieja política de la vida colombiana, que no resolvió en cuarenta años un grave conflicto interno, ni supo cerrar con eficacia y justicia su proceso de paz, acordado en La Habana en tiempos del presidente Santos. Es lo que el general Jorge Enrique Mora presente en los enjuagues de aquellas sesiones en las que brilló apoyando a las FARC el Secretario General de nuestro Partido Comunista Enrique Santiago, llama «los pecados de la paz» (1). Rodolfo Hernández a quien estas FARC secuestraron a su padre y el ELN secuestró y asesinó a su hija Juliana en 2004, pasa un claro mensaje: «hoy ganó la voluntad ciudadana de acabar con la corrupción como sistema de gobierno; hoy perdió la politiquería; soy consciente de las dificultades con que me encontraré». En plano concreto aseguró que «vendería el avión presidencial; retiraría los coches a los senadores, reduciría sueldos a los asistentes de los diputados, controlaría los precios del sistema de salud, garantizaría un subsidio unificado familiar de un millón de pesos (235 euros). Todo dependerá de los votos transferidos por otras formaciones, alguna de ellas de centro derecha como la liderada por Fico Gutiérrez (24% de votos) que pueden inclinar la balanza. Pero como me dicen mis viejos y leales amigos colombianos: «futuro más sombrío: uno que no conoce el país, ni lo público, ni la administración, ni la política; otro, soberbio, engreído, marcado por una ideología difícil de aplicar».

Sobrevolando las dos cumbres, la misma ideología comunista que llenó de guerras el cono sur y hoy continúa en Ucrania. Los mismos, con distinto collares.

(1) Editorial Planeta Colombiana. Diciembre 2021.

Luis Alejandre Sintes es general (r).