Pedro Sánchez
Todas las alarmas
La perversión del sistema, que va minando, paso a paso, todas las instituciones –las Cortes, el Poder Judicial, la Corona, el CNI, el CIS…– es hoy el primer motivo de alarma en España
No hace falta ser alarmista ni tener una inquina especial a este Gobierno para sentir que están sonando todas las alarmas. De hecho los que están más alarmados con lo que pasa son los socialistas históricos y los dirigentes regionales del partido. Las redes sociales echan humo. La crisis con la vecina Argelia, tras la «traición» al pueblo saharaui, con graves consecuencias en el abastecimiento energético, en el mundo de los negocios y en la presión migratoria, tiene su origen en la decisión personal del presidente Sánchez de someterse, sin contrapartidas, atado de pies y manos, a los deseos y exigencias del rey de Marruecos. Esto lo ha decidido el dirigente político español contra las resoluciones de Naciones Unidas y sin contar con el principal partido de la oposición ni con sus propios socios y aliados de Gobierno. Se comprobó el miércoles en la sesión de control parlamentario: los representantes de la soberanía nacional, de todas las tendencias, estaban masivamente en contra.
La actitud chulesca, perdonavidas, de Pedro Sánchez, saltándose a la torera el Parlamento y descalificando a la oposición incómoda, parecía más propia de un autócrata caribeño que de un demócrata europeo. Este hombre, despreciado en la calle, empieza a sentirse dueño del Estado, y cree que no tiene que dar cuentas a nadie. Es, si la percepción es cierta, un peligro público. La perversión del sistema, que va minando, paso a paso, todas las instituciones –las Cortes, el Poder Judicial, la Corona, el CNI, el CIS…– es hoy el primer motivo de alarma en España.
En cuanto a la inesperada entrega del Sáhara a Marruecos, sin calibrar las consecuencias para Canarias ni la reacción de Argelia, entre otros estropicios, la pregunta obligada es: ¿Por qué, por qué ahora, por qué así? Los más benevolentes ven detrás la presión de Estados Unidos o una forma de congraciarse con la Casa Blanca; otros sospechan incluso de un consejo bajo cuerda de Bruselas, donde anda Borrell. Pero el hecho de que la extraña decisión haya coincidido con el conocimiento de que el teléfono del presidente Sánchez había sido espiado por un Gobierno extranjero, que dispondría a estas horas de un montón de datos comprometedores, ha extendido la sospecha de que Pedro Sánchez es hoy rehén del rey de Marruecos. Difícil de probar, aunque los indicios no son despreciables; pero lo que parece evidente es que el presidente del Gobierno español es rehén de esta sospecha. Y eso compromete seriamente los intereses de España. Ya se sabe que el chantaje tiene un fuerte poder desestabilizador. ¡Cómo no van a sonar todas las alarmas!
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