Política
Teresa Ribera, una «vice» entre Dalí y Les Luthiers
Hay que ahorrar energía, es inevitable y será duro, pero también más fácil si se aplica algo de sentido común
Salvador Dalí (1904-1989), el surrealista de Figueres (Girona), hizo de la provocación un «modus vivendi»: «lo que importa es rechazar la confusión, no eliminarla». Pedro Sánchez, de alguna manera, sigue sus enseñanzas: «Tienes que crear confusión sistemáticamente, libera la creatividad», decía el pintor. La «vice» tercera del Gobierno, Teresa Ribera, no tuvo más remedio que avivar la llama de la confusión sobre el «Real Decreto de Medidas urgentes de ahorro energético». Ayer por la mañana, mientras la tensión China-Estados Unidos aumentaba, la ministra intentó explicar en Onda Cero que los 27 grados de temperatura mínima que fija la norma recién aprobada puede tener excepciones. Por ejemplo, bares, restaurantes y comercios podrán estar a «unos» 25 grados. El Gobierno, a través de su «vice» tercera parece recular ante lo que empieza a ser un clamor popular, pero al mismo tiempo, deja todo en teoría en el terreno de la ambigüedad, lo que generaría «confusión creativa», según Dalí y que no tiene nada que ver con la «destrucción creativa» de Schumpeter que tanto impulsa a la economía.
Las medidas de ahorro energético son tan urgentes como impopulares, algo que quizá el Gobierno –agobiado por Bruselas y por su fundamentalismo ecológico– no calculó. Tampoco la reacción de los vascos del PNV, cada día más decepcionados con Sánchez, aunque quizá sí la de Isabel Díaz Ayuso, que es la que creía que le convenía. La polémica, inevitable, sobre los 27 grados en verano y los 19 en invierno, también tenía la virtud de desalojar de la actualidad el asunto de los ERE de Andalucía y las condenas a los socialistas Griñán y Chaves, que no se llevaron dinero, es cierto, pero que tampoco impide que actuarán al margen de la legalidad. Todo eso parece haber pasado ya al olvido, «que es una forma de libertad», según el poeta libanés Yibrán Jalil Yibrán (1883-1931). La ley hay que cumplirla y tanto el lendakari Urkullu como la presidenta madrileña tendrán que hacerlo –y lo harán–, pero nada prohíbe que protesten y muy alto. El Gobiermo no esperaba queja del PNV, ni tampoco que la reacción de Díaz Ayuso recogiera un sentimiento popular parecido al que le hizo ganar las últimas elecciones. Hay que ahorrar energía, es inevitable y será duro, pero también más fácil si se aplica algo de sentido común. Ahora, el Gobierno duda, como lo demuestra que Teresa Ribera hable de «unos» 25 grados. Lo cantaban Les Luthiers, esos genios argentinos que sin duda admira la ministra: «La confusión está clarísima». Daliniano.
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