Isabel II del Reino Unido

Indepes de Cataluña y Escocia y las facturas de Sánchez

La jefa del Gobierno escocés no ha dudado en rendir tributo a Isabel II, hasta el punto de que leyó la oración fúnebre por la reina

Josep Pla (1897-1981) escribió –muchas en catalán– las mejores crónicas de la República. Leídas hoy rebosan actualidad y como apunta alguien que frecuenta La Zarzuela, «si cambias los nombres, nadie se daría cuenta de que son de hace casi cien años». «La política catalana –decía Pla– tiene un aspecto caótico e interesante. Fuera del ámbito catalán difícilmente se comprende. Su complejidad se debe más que a nada a la acumulación de problemas». La Diada del domingo ha sido el último ejemplo. Hubo unos 150.000 indepes en la calle, muchos menos que otras veces, pero que no dejan de ser muchos. La diferencia es que ahora están más divididos que nunca y que recelan de su Gobierno, el de ERC y de Junts, partidos con posiciones ideológicas muy distintas, cada vez más alejados y enfrentados. Junqueras, puño en alto, está nervioso, mientras los más radicales reclaman liderazgos nuevos. Ocurrió durante la República y en plena Guerra Civil. Cataluña tuvo su propia contienda particular. ERC y Junts, que siempre se unían contra España, ahora se destrozan entre sí y, claro, la política catalana «es una enorme confusión», escribía Pla.

Escocia no es Cataluña, pero su ministra principal, Nicola Sturgeon, reclama la independencia del Reino Unido, con tantos o más apoyos que los que tienen ERC y Junts en Cataluña. La jefa del Gobierno escocés, sin embargo, no ha dudado en rendir tributo a Isabel II, hasta el punto de que leyó la oración fúnebre por la reina en la ceremonia religiosa que se celebró ayer en Edimburgo, por cierto, con las calles repletas –de muchos indepes– para despedir a la soberana. «Toda comparación es odiosa», se lee en La Celestina. Cervantes, en el Quijote, insiste en que «las comparaciones son siempre odiosas» y Mark Twain creía que «las comparaciones son la muerte de la alegría». Nadie sabe qué ocurriría si un rey de España falleciera en Cataluña, pero es poco probable que pudiera verse algo similar a lo de Escocia. Muchos catalanes mostrarían el mismo respeto que los escoceses, pero no serían descartables desplantes de autoridades y radicales. Los 150.000 participantes en la Diada son muchos y más los votantes indepes. El Gobierno catalán está nervioso y necesita apuntarse algún tanto. Sánchez y Montero pergeñan los Presupuestos de 2023 y los indepes se preparan para pasar una factura lo mayor y más llamativa posible y saben que pueden cobrarla, porque el inquilino de La Moncloa quizá no tenga otra opción que pagarla. Ocurre con «la acumulación de problemas», en palabras de Pla. Indepes de Cataluña y Escocia y peajes de Sánchez.