Guerra en Ucrania

¿Cómo neutralizar a Putin?

Quienes escapan del sátrapa son tan víctimas como quienes, en su día, fueron bombardeados por orden suya

Hoy reaparecerá ante el mundo Vladimir Putin para anunciarnos una nueva anexión ilegal de regiones ucranianas en un evento pomposo, en Moscú, que recordará, muy probablemente, al que se celebró en 2014, tras la toma de la península de Crimea. Tras una semana en la que nos han escenificado unos refrendos que nadie más que el Kremlin reconoce, asistimos a la ceremonia del robo injusto y descarado de territorios a un país –Ucrania– que es, sin duda, la víctima primera de las ansias conquistadoras de un líder prepotente, imprevisible, extremadamente peligroso. ¿Cómo neutralizar a Putin, a estas alturas? No bastan las sanciones a Rusia, ni frenar a sus tropas degradadas sobre el terreno, en Ucrania. No sirve únicamente comulgar con el presidente Zelenski, ni arroparle en la ONU con declaraciones de condena. Solo cabe el diálogo al más altísimo nivel entre rusos, chinos y estadounidenses sensatos para evitar una contienda mundial que nadie ganaría, que nadie desea. Lo sabe bien la Unión Europea, lo reconocen los mandos de la OTAN.

Putin puede volver a la carga más adelante con sus ansias expansionistas, señalando otros territorios deseados, y tiene la facultad de usar armamento nuclear y de decidir un ataque táctico sobre Ucrania que rebasaría las últimas líneas rojas. Pero hay algo que ha cambiado: el zar empieza a encontrar una verdadera resistencia civil, ahora que ha decidido movilizar en masa a su clase media –incluso a sus presidiarios– para llevarles a la guerra. Independientemente de cómo evolucione la situación entre la población rusa, importan esas cientos de miles de familias que han tenido que huir de su país, que no son responsables de este horror, y que ahora necesitan asilo, lo mismo que ocurrió con los ucranianos.

Una comprende el miedo creciente de los finlandeses, que cierran a partir de hoy sus fronteras al turismo ruso, pero no comparte la medida. Quienes escapan del sátrapa son tan víctimas como quienes, en su día, fueron bombardeados por orden suya. La UE debe optar por el asilo político a todos esos inocentes mientras intenta sobrevivir este invierno sin el gas ruso. Aquí, entretanto, estamos inmersos en la semana fantástica de las rebajas fiscales, ahora que nuestros políticos tienen la vista puesta en las próximas elecciones autonómicas y miran de reojo sus encuestas internas. Una vez más, el Gobierno de coalición ha verbalizado sus fisuras hasta acordar, en el último minuto, un paquete de reformas fiscales que no convence a nadie en la oposición ni al empresariado. Más decisiones de calado harán falta para afrontar este oscuro invierno.