Paro

Nuestros jóvenes cansados

Cuatro de cada diez jóvenes europeos desempleados son españoles, más de medio millón ¿hay alguna razón para no poner el asunto en el centro del debate nacional?

El 2023 no ha comenzado oficialmente hasta esta semana y lo ha hecho de forma bastante predecible. Estamos en campaña electoral desde el minuto cero, con el Gobierno repartiendo calderilla, a ver si nos convence para repetir legislatura; los de Ciudadanos procurando salvar los muebles con sus elecciones internas y los del PP y Vox calculando que distancia establecer entre ellos para lograr cosechar el máximo de votos.

Económicamente hay una nube gris sobre el horizonte, con esta marea inflacionista que exige de las autoridades internacionales medidas de enfriamiento, que es una forma cosmética de decirnos que no consumamos. Habrá mucha guerra en Ucrania y por largo tiempo. No sólo porque engorda las arcas de las grandes empresas de armas, sino porque Estados Unidos se beneficia doblemente del conflicto: tiene a Rusia entretenida, desbaratada como rival, y a Europa en perfil bajo, sin poder descollar. Lo de Brasil confirma además la talla gallinácea de los nuevos líderes populistas del siglo XXI.

Lo mejor de España son sus familias, como se confirma desde la pandemia, y lo peor, su falta de ideales. En la calle se habla de economía y de Tamara Falcó, pero hay poco deseo de excelencia y de superación, de esforzarse por hacer las cosas mejores y más bellas. La consecuencia más inmediata es que nuestros jóvenes carecen de ilusión, al menos la que se refiere a su país. El lunes se han publicado los datos de Eurostat de desempleo juvenil en la Unión Europea y España ha conseguido el lamentable galardón del primer puesto. Tenemos un paro de menores de 25 años del 32,3 por 100 y un total de 532.000 jóvenes en paro. Hemos superado a Grecia. Un tercio de nuestro futuro está en casa, mano sobre mano. Es una dato demoledor y del que apenas se habla.

La educación y el empleo de las nuevas generaciones son las dos patas que definen la proyección de un país y aquí pinta negro hormiga. En las casas lo sabemos. Es rara la familia amplia que no tiene un chico trabajando en el extranjero. Los arquitectos hace tiempo que se marcharon, los ingenieros y expertos en videojuegos e inteligencia artificial reciben ofertas fenomenales fuera y los que son audaces se enrolan en la hostelería del extranjero. Toda familia extensa tiene un parado y, además, un nini, que es cosa diferente. Me refiero al joven que no ha aprendido a trabajar, que no estudia ni se desempeña laboralmente y que repite que lo importante es pasarlo bien. Cuatro de cada diez jóvenes europeos desempleados son españoles, más de medio millón ¿hay alguna razón para no poner el asunto en el centro del debate nacional?