Aborto
Laberinto
Si no tienes el privilegio de ver la belleza de una familia con un hijo discapacitado, es difícil que puedas comprender la cantidad de belleza, talento, creatividad que se pierde con cada aborto
Tengo una amiga, maestra vocacional, que una vez al año propone a los alumnos un ejercicio de composición y oratoria en el que defienden ante la clase un asunto controvertido después de haberlo expuesto por escrito. En este curso uno de los textos mejores fue de un chico que argumentó a favor del aborto de los síndrome down. Cuál no sería la sorpresa de la maestra cuando, al defender su tesis en el aula, se ganó a la mayor parte del auditorio. Uno tras otro, los compañeros fueron apoyando que la vida del no nacido no compensaba el sufrimiento de los padres ni los desvelos que supondría, que el mundo estaba superpoblado, que otros hijos sanos sustituirían al abortado. Sólo dos alumnos discrepaban, pero apenas se atrevieron a alzar la voz frente al quorum. «Sencillamente –concluyó mi amiga al contármelo– es la generación del mundo sin Dios».
Efectivamente, se acabó el tiempo en que pueda contrarrestarse el discurso abortista con una polémica. Para el hombre actual la eugenesia es un bien, como ocurrió en los años treinta en todo el mundo occidental. De nada ha servido que aquellos principios nos llevasen al holocausto, de nuevo reverdecen las viejas ideas de la raza sana y la selección humana.
Es tan perverso el mecanismo, que el intento –en Castilla y León o Madrid– de ofrecer a la madre que duda si parir a su hijo un camino alternativo de vida es recibido como un desafío intolerable. Es más, es utilizado como un argumento electoral a favor de una izquierda supuestamente feminista. Se genera tan extraña situación que vindicar lo que ha hecho la junta de Castilla y León estimula la campaña electoral de Pedro Sánchez, que se frota las manos porque el debate sobre el aborto tapa desmanes tan obvios como la Ley Montero del «sí es sí» y las excarcelaciones de agresores sexuales. Es muy difícil explicarle a un defensor de la vida que debe callar en este momento o abajar el debate, no sea que el PSOE repita legislatura (lo que sería deletéreo para la causa pro vida). Es un círculo que sólo cabe calificar de infernal.
No hay forma de romper esta espiral que no pase, como dice Francisco, por el testimonio del amor. Si no escuchas a Javier Pinedo, el primer síndrome down que ha culminado una carrera universitaria, si no tienes el privilegio de ver la belleza de una familia con un hijo discapacitado, es difícil que puedas comprender la cantidad de belleza, talento, creatividad que se pierde con cada aborto. Quiera Dios que no tengamos que pasar por otro Auschwitz para comprender la magnitud del horror que está teniendo lugar silenciosamente.
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