Apuntes
Tú aguanta, ministro
Si la cosa se pone marinera te pasas al mixto, que no anda tu partido demasiado holgado de escaños y les va a acojonar
Tú aguanta, ministro. Si tuviste los bemoles de colocar a un tipo como Koldo en el consejo de administración de Renfe y a su mujer en el Ministerio y no pasó nada, que no te vengan ahora con monsergas. Va resultar que el exiliado de Carles Puigdemont se levanta 10.000 euros al mes en la Eurocámara, vive en un palacete belga, nunca ha explicado bien de dónde sale la pasta, le impone la amnistía a tu señorito y ahora pretenden que te vayas a la calle por la cara. De eso ni hablar, al menos, hasta que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, abra la procesión, que ya me dirás, ministro, si no es de coña que en un país donde la Agencia Tributaria tiene a los ciudadanos más vigilados que Putin a sus oligarcas nadie se coscara de que el amigo Koldo usaba cazadoras de las de mil euros, compraba pisos en Benidorm y frecuentaba marisquerías caras. Que no sé lo que gana el asesor de un ministro, pero si pagamos a tu colega Montero será por algo. Y luego está lo de tu gran jefe. El de «seré implacable contra la corrupción, venga de donde venga y caiga quien caiga», que si se hubiera mantenido calladito y sin tocarle lo ovarios a la Ayuso, que ya sabrás que es deporte de riesgo, pues no te verías en los papeles. Más pasta se fue por el sumidero en las compras de Illa y, míralo, ahí anda tan tranquilo. Y, luego, está el modus operandi de tu partido con estas cosas, que cuando le pasan al PP se convierten en la marca indeleble de Caín, pero si ocurre entre los socialistas, pues pelillos a la mar, que, total, cepillarse quinientos millones en destruir puestos de trabajo en Andalucía es la excepción que confirma la regla de que el PSOE es el partido de la honradez, la eficacia y la profesionalidad, como acreditan los koldos, los chóferes y los compañeros de pupitre metidos a presidentes de empresas públicas. Tú aguanta, ministro. Que si tu señorito no tuvo que dimitir cuando nos encerró en los domicilios y conculcó nuestros derechos fundamentales, con sentencia del Constitucional por medio; que si tu colega Marlaska, abrasado a sentencias por el Tribunal Supremo, reprobado por el Congreso y el Senado, y señalado por sus subordinados como cima de la incompetencia, sigue ahí, de qué vas a tener tú que abandonar el acta de diputado si ni siquiera estás encartado en las diligencias judiciales. Tú, ministro, no blanquees a nadie, mucho menos a un Gobierno que se pone a la cabeza de la lucha contra la corrupción, mientras rebaja en el Código Penal los delitos de corrupción para amnistiar a Puigdemont y compañía. No ministro, aguanta, hazte una amnistía Avant la Lettre y si la cosa se pone marinera te pasas al mixto, que no anda tu partido demasiado holgado de escaños y les va a acojonar. Además, ya tienes una edad, tres pensiones de alimentos que pagar y con lo que dan por la jubilación seguro que no te alcanza para mantener el nivel de vida al que estás acostumbrado desde que, en 1983, entraste como jefe de gabinete del delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana. Que más de cuarenta años dedicados al servicio público desde el PSOE, cuatro décadas de sacrificios no pueden acabar de esta manera porque sin tú pretenderlo –me consta que estás estupefacto– un compañero de partido, un amigo y un colega, que conociste cuando era portero de un puticlub y al que tu señorito puso por las nubes y le encargó que le vigilara los avales, haya salido rana. Tú, ministro, aguanta y si en un futuro ves que la cosa se pone judicialmente marinera, date el piro que, en la cárcel, pregúntale a Puigdemont, dicen que se pasa muy mal.
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