La situación

El apagón del Gobierno

«El presidente quiso apartar de sí el cáliz de la responsabilidad, al culpar a las compañías privadas»

No habían pasado muchas horas desde la explosión de varios trenes en Madrid, cuando los servicios de seguridad e inteligencia, y departamentos equivalentes de otros países aliados, ya descartaban la autoría de ETA en aquel fatídico 11 de marzo de 2004, y apuntaban hacia el islamismo. Pero el gobierno del momento insistía en «no descartar ninguna hipótesis», más por razones de interés político que por precaución.

Si salvamos la distancia temporal y que el hecho nada tiene que ver con aquel, el apagón del lunes ha sometido al actual gobierno a una prueba sobre sus hábitos en política comunicativa (léase propagandística).

Cuando se desplomó el sistema eléctrico, emergieron dos posibilidades para explicar lo ocurrido. Dado que confiábamos en nuestro operativo energético, cabía pensar que estábamos ante un sofisticado ciberataque que hubiera saltado por encima de todas las protecciones. La segunda opción era una avería. La hipótesis del ciberataque era mala para el Gobierno, porque pondría en duda su capacidad para protegernos de esta modalidad de guerra híbrida, tan en boga. Pero si se tratara de una avería sería aún peor, porque Moncloa no podría culpar a un enemigo externo, y tendría que asumir la responsabilidad política de dejar al país sin luz: un serio problema para un presidente que alardea de la capacidad de gestión de su gobierno.

Por los datos de los que ahora disponemos, igual que ocurrió aquel 11M, esta vez Moncloa tenía desde muy pronto la información ofrecida por departamentos de la administración: no había indicio alguno de un ciberataque, y sí parecía haberse producido una gravísima avería en nuestro sistema eléctrico. Pero Pedro Sánchez mantiene viva la opción del sabotaje incluso después de que, pasadas 23 horas del inicio del apagón, Red Eléctrica lo descartara. Quizá, porque políticamente era la menos mala de las dos hipótesis. De paso, el presidente quiso apartar de sí el cáliz de la responsabilidad, al culpar a las compañías privadas, entre las que incluye a la propia Red Eléctrica, aunque esté participada por el Estado y su presidenta, exministra del PSOE, fuese colocada en su puesto por el Gobierno. Todo en orden.