Escrito en la pared

El apagón

Red Eléctrica había advertido de esto en varias ocasiones señalando un riesgo real de desconexión, aunque no le puso remedio a través de la inversión

El apagón eléctrico que España ha sufrido esta semana constituye la prueba genuina del fracaso de la política energética del Gobierno de Sánchez. No hay precedentes de una ausencia total de energía y habría que remontarse a las décadas de 1940 y 1950, cuando las redes de interconexión entre los subsistemas eléctricos estaban en construcción, para encontrar una situación que, circunscrita a determinadas regiones, pudiera asemejarse a la vivida el último lunes de abril. Y si entonces el problema se afrontó reforzando las conducciones de alta tensión paralelamente al aumento de las capacidades de producción en centrales térmicas e hidráulicas, resulta que ahora, en el curso de estos años en los que ha gobernado la coalición social-comunista, el desequilibrio entre los elementos del sistema eléctrico ha sido la nota dominante.

En efecto, la política que ha inspirado el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) ha gravitado sobre el último de los elementos de ese enunciado, en virtud del cual se ha puesto un énfasis absoluto en las energías renovables –muy especialmente en las granjas solares–, con excepción de las centrales hidráulicas, relegando a un segundo plano el resto del mix energético. Más aún, en una decisión que se aparta de la política impulsada por la UE tras la guerra de Ucrania, de ese resto se ha propuesto la eliminación de las centrales nucleares, que no sólo producen una quinta parte de la energía que consume el país, sino que juegan un papel esencial en la cobertura de la demanda eléctrica. Y así hemos asistido a un fuerte ascenso de la capacidad de producción eólica, primero, y solar, después, sin que se hayan extendido y modernizado las redes de distribución que dan salida a su energía. Red Eléctrica había advertido de esto en varias ocasiones señalando un riesgo real de desconexión, aunque no le puso remedio a través de la inversión. Ese riesgo se hizo real en el apagón, mostrando el resultado trágico de un país paralizado en su totalidad durante unas largas horas en las que los ciudadanos, en su mayoría, tuvieron que afrontar la situación por su cuenta y riesgo. Es hora, por ello, de revisar los fundamentos de esa política fracasada que nos ha llevado a la catástrofe.