«De Bellum luce»
Un asunto «personal»
La parte más sistémica de ERC está esperando que Junts les ponga fácil valorar la posibilidad de concurrir a unas nuevas elecciones con otro frente independentista
No hay que descartar para nada que al final el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se pueda salir con la suya en Cataluña. Ha demostrado que es capaz de dar la vuelta a los peores escenarios y encontrar la fórmula para sobrevivir en circunstancias que para cualquier otro dirigente político habrían sido su tumba.
Pero en el caso catalán se cruza un factor «personal» que puede ser determinante. Todos los análisis políticos que estamos haciendo se fundamentan en lógicas tradicionalmente racionales y sujetas a los manuales más eficientes desde el punto de vista del interés del líder y del interés del partido.
Y en estos tiempos que corren todas esas reglas han volado por los aires. Por eso, Moncloa puede que no esté dando la importancia necesaria a un elemento que se escapa de esas lógicas, y que se explica en la afirmación de un dirigente de Junts que está en el equipo de «elegidos» que cuentan con la confianza del ex presidente de la Generalitat. «Esto es ya un asunto personal con Sánchez». Así dicho puede sonar tremendamente desagradecido con quien ha pasado de ser el líder que prometió traer a Puigdemont desde Waterloo, para meterte en la cárcel, a ejercer de valedor de sus exigencias en Madrid. Ya le ha aprobado la amnistía y lo siguiente que dice que hará será el pacto fiscal. Además de las concesiones realizadas en el relato y en el lenguaje que se usa para definir lo que en su momento fue visto en el PSOE como un desafío tan grande como para autorizar la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Pues a pesar de todo esto, la realidad es que para Puigdemont el pulso con Sánchez es un «asunto personal», no solo político, y esto le pone más intensidad a la batalla y hace más imprevisibles las reacciones del líder de Junts.
La parte más sistémica de ERC está esperando que Junts les ponga fácil valorar la posibilidad de concurrir a unas nuevas elecciones con otro frente independentista. Y Moncloa tiene que impedirlo cueste lo que cueste, en el sentido literal de la palabra porque a ver quién es el guapo que, de celebrarse esa gran coalición soberanista, sale a exponer su cara, para que se la partan, defendiendo que Sánchez y su política han abierto una nueva etapa en Cataluña que entierra al soberanismo e instala la concordia entre catalanes y españoles. . .
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