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Tribuna

Los aviones invisibles

Vamos a seguir necesitando a los norteamericanos por aquí muchos años. No ha llegado pues el momento de hacerse el gallito frente a ellos, especialmente por el representante de una Nación que aporta poco, confusamente y de mala gana

Los aviones invisiblesRaúl

Hace una semana el periódico El País, en plena pausa veraniega, recogía unas declaraciones de la Secretaria de Estado de Defensa en el sentido de que se habían «cancelado» unas por otro lado inexistentes conversaciones con Lockheed Martin sobre la adquisición de aviones F-35 para sustituir a los venerables F-18 del Ejército del Aire y del Espacio (EA) y a los Harrier AV-8B de la Armada. Llevo años –por ejemplo, Tribuna del 27.04.2021–manteniendo que esta decisión tendría repercusiones estratégicas de nivel Presidencia de Gobierno. Lo que no estaba preparado para presenciar es asistir a unas razones tan pobres y equivocadas para justificar esta decisión. Especialmente, el crítico factor tiempo propio de todo este proceso no ha sido, a mi juicio, considerado adecuadamente.

Los efectos de no adquirir aviones de 5ª generación se sentirán inmediatamente en el EA y la Armada. Para los primeros, se aplaza sine die la adquisición de aviones furtivos que tan esenciales se están mostrando en las primeras oleadas de los conflictos modernos tales como los recientes ataques aéreos de Israel y EEUU contra blancos iraníes. El contar solo con Eurofighters, a la espera del incierto futuro del programa FCAS –presa de una dura controversia franco-alemana sobre el liderazgo del proyecto y con España/Indra de mudos testigos– deja para más allá del 2050 el contar con este tipo de aviones imprescindibles en los conflictos de alta intensidad previsibles. El sustituir la realidad actual del F-35 por un hipotético FCAS décadas después representaría pasar de la prepotencia norteamericana a la arrogancia francesa. Ya Dassault y el Ejército del Aire francés hace años abandonaron el proyecto Eurofighter Typhoon para diseñar y construir por su cuenta el Rafale A. Si el FCAS fracasa como programa conjunto habrá pues precedentes. Todos nuestros aliados OTAN importantes –salvo Francia y Suecia que tienen industria aeronáutica propia– están en proceso de adquirir los F-35 al considerar necesario contar ya con un avión furtivo de 5ª generación ante los escenarios europeos que se pueden avecinar próximamente.

La Armada, sin el F-35B perderá no solo su aviación embarcada sino la capacidad expedicionaria de proyección del poder naval al no poder proteger adecuadamente sus fuerzas de desembarco tanto en escenarios aliados como ante amenazas no compartidas. Se ha comenzado a estudiar alternativas a los F-35B, pero exigirán plazos más largos, mayor importe económico de los posibles tipos de portaaviones y supondrá un extenso periodo de vulnerabilidad e incertidumbre. Por lo tanto, sin F-35, tanto el EA como la Armada perderán parte significativamente de su prestigio y posición internacional actual.

Y todo lo anterior ¿por qué? Esta decisión parece indicar que el gobierno del Sr. Sánchez intenta conseguir una posición de liderazgo frente a la administración Trump que no se corresponde con el peso de España, ni con los intereses europeos en la esfera internacional. Cuando hemos visto recientemente cómo la presidenta Von der Leyen –al frente de la UE campeona tradicional del libre comercio– ha claudicado frente a la ofensiva arancelaria del Sr. Trump que exige además inversiones en EEUU que van contra la praxis comunitaria cabe preguntarse si el motivo de este retroceso doctrinal y comercial no surgirá de la falta de capacidades estratégicas militares europeas. Pensar pues que el Sr. Sánchez va a poder oponerse al presidente norteamericano en solitario provoca un fundado escepticismo. Si haría falta un mínimo de cinco años tras el fin de la guerra de Ucrania para que la UE pueda contribuir con una disuasión creíble en pie de igualdad a los EEUU, mucho más tiempo exigirá poder sustituirlos incluyendo el dotarse con una capacidad nuclear puramente europea frente a las amenazas del Sr. Putin y sus posibles sucesores. Más del 60% del armamento europeo actual es de origen norteamericano; por ejemplo, España está adquiriendo los especialmente caros misiles antiaéreos Patriot. Vamos a seguir necesitando a los norteamericanos por aquí muchos años. No ha llegado pues el momento de hacerse el gallito frente a ellos, especialmente por el representante de una Nación que aporta poco, confusamente y de mala gana, a la defensa aliada de nuestra civilización europea. La política de defensa y seguridad de este Gobierno débil en su composición y apoyos –y específicamente la decisión de no adquirir los F-35 norteamericanos– está claramente influida de manera esencial por consideraciones de política interior asociadas a ambiciones personales de permanencia en el poder que infringen daños significativos a las capacidades de aviadores y marinos y deterioran nuestro prestigio internacional. España perderá influencia en la defensa colectiva de Europa cuando más necesario es establecer una disuasión creíble a la vez que se debilita la posibilidad de actuar individualmente en la protección de nuestros intereses propios.

Ángel Tafallaes Académico correspondiente de la Real de Ciencias Morales y Políticas y Almirante (r).