«De Bellum luce»
Sánchez ya tiene su Bruto
Cuando uno lleva tiempo haciendo de César, los Bruto suelen también multiplicarse
Pedro Sánchez está de campaña entre los agentes sociales. Más que nada porque los necesita para un par de cosas y necesita también que se olviden de esa carta en la que se declaraba como un hombre profundamente enamorado de su mujer que se estaba pensando dejar la Presidencia del Gobierno. Para, a renglón seguido, con sus distintas declaraciones públicas hechas a posteriori, desmentirlo prácticamente todo. Este episodio no ha sumado a su credibilidad ni tampoco a su perfil de gran estratega.
Hasta ahora, el presidente había conseguido ir preservando en ciertos círculos económicos la imagen de que era una especie de «killer» de la táctica, sin principios, pero el peor enemigo con el que enfrentarse. Daba miedo por su perfil más maléfico, y esto le venía bien en su política de mantener el corral ordenado y sin que nadie se moviese dentro de él.
Pero hace un tiempo que la imagen que traslada Moncloa no es ésa, sino la de un laboratorio escaso de ideas, que actúa con precipitación y al que se le han acabado los movimientos brillantes para descolocar a sus adversarios y mantener incluso firmes a quienes mueven el dinero. Y ahí está el presidente, ahora también necesitado de hacer campaña entre los que pueden ayudarle a sostener la bandera de su oposición a la OPA que ha lanzado el BBVA sobre el Sabadell. Ya hace tiempo que quienes tratan con Sánchez venían viendo en él algo de ese doctor Jekyll y el señor Hyde que distorsionaba el dibujo final que uno acaba haciéndose del líder socialista, si bien, como ocurre en la exitosa novela de Stevenson, parece que cada vez Hyde empieza a cobrar una mayor individualidad y también da la impresión de que provoca crisis de amnesia a su alter ego real.
Esta aparente disociación de personalidad la sufren también en su equipo de Moncloa, donde tienen que andarse con cuidado de no pisar el peldaño equivocado. Su entorno más próximo calla, salvo para filtrar el mensaje oficial, pero en segundos círculos de Palacio ya empiezan a hacer correr información en clave política, pero también personal. Al final, siempre acaba habiendo ocasión de decir: «¿tú también, Bruto, hijo mío?», y cuando uno lleva tiempo haciendo de César, los Bruto suelen también multiplicarse. Sánchez tiene al menos uno muy cerca y que anda ya comerciando con supuesta información, que puede ser cierta o no… En cualquier caso, hay muchos mercaderes dispuestos a «comprarla» porque los golpes siempre te acaban volviendo. En política hay poco espacio para el estoicismo.
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