
El canto del cuco
Sobre cerdos y políticos
Pedro Sánchez es un jabalí herido y acosado, está desesperado y es, por tanto, peligroso. Para sobrevivir puede maquinar cualquier cosa
La peste porcina africana es la última plaga de la etapa sanchista. El volcán, la guerra, la Dana, los incendios, la covid... y ahora la peste. ¡Las siete plagas! ¿Qué más puede suceder ya? El mortífero brote ha surgido en Cataluña, como una metáfora de la situación. Por las redes circula el siguiente letrero, cargado de maledicencia: «Ha llegado la UME antes a Barcelona por 8 jabalíes muertos que a Valencia por 229 personas muertas». Una forma como otra cualquiera de confundir las témporas con el Adviento. La poderosa industria de los cerdos –no me refiero a los políticos– está en peligro y las autoridades públicas, perfectamente coordinadas esta vez, tratan de impedir la propagación del contagio. Eso es todo. Se trata de evitar la ruina de uno de los sectores más rentables (y contaminantes) de la economía española. Nadie quiere tener cerca una macrogranja de cerdos, pero su rentabilidad es evidente.
Mientras eso ocurría, con la aparición cada mañana de más jabalíes muertos lejos o a las puertas de la ciudad, el presidente Sánchez acudía presuroso a los medios de comunicación de Cataluña para suplicar a Puigdemont su apoyo. El suplicante se humillaba ante el prófugo, reconocía sus incumplimientos de lo establecido en los «Pactos de Bruselas», hacía propósito de enmienda y le prometía que ahora iba en serio, como se verá en las próximas decisiones del Consejo de ministros. Asegura Sánchez que está dispuesto a «cumplir los compromisos» para resolver el «conflicto político», que, por lo visto, subsiste en Cataluña. A cambio solicitaba el apoyo de Junts para sacar los Presupuestos y salvar así la legislatura. Carles Puigdemont es, según parece, su última tabla de salvación. Todo depende del residente en Waterloo y de lo que acordaron con él unos personajes tan honorables como Zapatero y Santos Cerdán.
Nunca la política institucional de España había caído tan bajo. Esto huele a zahúrda, con peste o sin peste africana. Habrá que estar atentos. Pedro Sánchez es un jabalí herido y acosado, está desesperado y es, por tanto, peligroso. Para sobrevivir puede maquinar cualquier cosa. Se defiende con el colmillo afilado como un cuchillo y defiende a los suyos, también en peligro, perseguidos de cerca por la Justicia. Necesita el refugio protector de los muros del poder para sobrevivir. Por eso ofrece a Puigdemont un trato ventajoso para Cataluña a costa del interés general. No importa que su partido sufra las consecuencias en las próximas elecciones regionales, empezando por los comicios inminentes de Extremadura. Sánchez vuelve siempre, siguiendo el dicho popular, «como chancho pal maizal».
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