Alfonso Merlos
¿Acuerdos o pleitos?
Que es mejor un mal acuerdo que un buen pleito puede ser una verdad como un templo. O sencillamente una burrada y una estafa. Depende del caso. Y en la relación entre el Gobierno de Cataluña y el de España es evidente que Rajoy ha detectado dos problemas: el dinero y la ideología. Los ve cualquiera.
El primero: qué duda cabe que el PP quiere resolver el conflicto por las buenas. Eso significa que se pueden hacer todos los esfuerzos deseables por mejorar las coordenadas de financiación de una riquísima región empobrecida por la incompetencia, el sectarismo, el delirio y las corruptelas de sus gobernantes. Un sacrificio, desde la buena voluntad, que debe partir de un mínimo común denominador. Los presupuestos autonómicos no se pueden dilapidar en políticas identitarias que terminan convergiendo en la memez, la chorrada y el fraude. Así no.
El segundo: en numerosísimas ocasiones en la vida (también en la política) no es posible escoger la mejor opción, sino la menos mala entre las disponibles. Y a nadie se le escapa que entre la Esquerra Republicana y los socialistas la menos catastrófica para los intereses nacionales es la segunda. Porque es obvio que Artur Mas ha llegado a su actual asilvestramiento, a su canibalismo, a su desmesura, a sus actitudes cavernícolas en definitiva, empujado por el extremismo de los vástagos de Carod Rovira.
Estamos en un tiempo crítico en el que procede subrayar que hay vida más allá del camino para la salida de la crisis económica. La defensa de la integridad y la estabilidad del Estado es innegociable e inmutable en sus planteamientos. Este Gobierno lo sabe. Se ha arremangado para arreglar lo arreglable. Debe hacerlo sin estridencias pero con urgencia y contundencia. Sólo con la Ley. Pero con todo el peso de la Ley.