Conciliación

Alimentando a Matrix

Alimentando a Matrix
Alimentando a Matrixlarazon

Desde que existen las estadísticas, «Matrix» calcula cuántos humanos necesita para que la maquinaria siga funcionando. Mientras en algunas partes de la Tierra nacen muchos niños que no llegarán a adultos –morirán de hambre antes de haber empezado a tener sueños–, en otras los «Amos de Matrix» insisten en que es insuficiente el número de nacimientos. Obviamente, no consideran el esfuerzo económico que supone alimentarlos y educarlos, ni la dedicación en tiempo. Por todas partes veo niños, muchos niños. Me gusta llevarle la contraria a la «estadística», por aquello del famoso chiste: «Estadísticamente, tú y yo salimos a medio bocadillo cada uno. La realidad es que tú te comiste el bocadillo». En esta sociedad moderna la libertad del individuo se ve constantemente «mareada». Y todo porque quieren que nos comportemos arreglo a los intereses oficiales que conviene a los que mandan. ¿Será cierto que faltan niños? Lo dudo. Si el mundo fuera una verdadera aldea global, podríamos emigrar, mudarnos de país en país en función de la demanda y la oferta. Quizá así se acabaría con el hambre, la intolerancia, la lucha de clases, la desi-gualdad... en el mundo. Si sólo hubiera ciudadanos del mundo, sería lo ideal. Claro está, esto es una utopía. Mientras tanto, la incorporación de las mujeres al mercado laboral con igualdad de ambiciones, el aborto (tan extendido en nuestro país desde los Socialistas), la crisis o el no estar acostumbrados a «sufrir» – «sacrificarse» por los hijos como en otras épocas–, tiene como consecuencia la bajada en la natalidad. No creo que la mujer deba quedarse en casa y dedicarse a procrear, pues tiene tanto derecho como el hombre a escoger qué tipo de futuro quiere para ella tanto en lo laboral como en lo personal. La solución pasa porque las empresas y los políticos comprendan que se necesitan otro tipo de políticas y medidas de conciliación que faciliten la vida en lugar de complicarla. Y, sobre todo, pasa por devolverle a la familia su lugar en la sociedad.