Carlos Rodríguez Braun

Cuestión de incentivos

Si los autónomos y profesionales trabajan por regla general más horas que los asalariados, y si en el sector privado se trabaja habitualmente más que en el público, no es porque la virtud de la laboriosidad esté mal repartida: es que nuestra conducta es, también, una cuestión de oportunidad. Si una persona profesional sabe que un día sin trabajar equivale a un día sin cobrar pondrá más empeño en su tarea que si sabe que un día sin trabajar no afectará necesariamente al salario que cobrará a fin de mes. Esto no comporta valoraciones éticas, sino la constatación de un hecho.

Es asimismo cierto que la ponderación de las oportunidades e incentivos varían en función de las circunstancias económicas. Así, por ejemplo, cabía esperar que el absentismo laboral disminuyese entre los asalariados durante un período de tan acusado incremento del paro como el que han sufrido los trabajadores en nuestro país a partir del año 2007. Seguramente en ese fenómeno, que efectivamente se ha producido, ha influido la segmentación del llamado mercado laboral y la aún mayor inseguridad en el empleo que sufren los trabajadores sin contrato fijo.

La realidad de nuestra economía, sin embargo, ha cambiado: al primer derrumbe del año 2009 siguió una débil recuperación hasta 2011, y una nueva caída hasta 2013. Desde ese año los indicadores económicos emprendieron otra vez la senda alcista, y entre ellos el que más importancia social ostenta: el empleo. Se podrá pensar lo que se quiera sobre las políticas económicas de nuestras autoridades, pero en nuestro país las cifras de empleo llevan dos años mejorando.

Resulta, por tanto, lógico que la disminución del temor a perder el empleo se haya traducido en un repunte del absentismo laboral en España, tal como revelan las estadísticas de las bajas.

No digo que esto sea económicamente neutral, al contrario. Es claro que el incremento de las horas de trabajo perdidas por motivos de absentismo representa un coste para la producción, las empresas y la economía del país. También parece conveniente que las empresas y las autoridades adopten medidas para contener dicho absentismo, relativamente elevado en nuestro país. Lo que digo es que al analizar el problema no conviene olvidar que las personas, también, respondemos a incentivos.