Ely del Valle

Escaqueo tributario

La Razón
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También es casualidad, pero miren por dónde nos hemos ido a enterar del escándalo de los «papeles de Panamá» justo cuando comienza ese dolor de muelas anual que es la Declaración de la Renta y en el día en que hemos conocido los datos del paro del mes de marzo que, sin ser malísimos, deberían haber sido mucho mejores. Estarán conmigo en que son dos «detalles» que contribuyen al cabreo de saber que hay por ahí unos cuantos miles de listillos que mientras iban de patriotas o de defensores de las causas sociales, han estado trampeando al fisco con cifras de seis números. Si algo se ha conseguido en los últimos tiempos es que se haya dejado de considerar una virtud la capacidad del escaqueo tributario. El IVA no pagado del que antes se presumía a voz en grito, sólo se comenta, si es el caso, en petit comité, y la ingeniería financiera ha dejado de ser una práctica de la que hasta hace nada se hablaba con un cierto toque de admiración para pasar a estar considerada como lo que es: una chorizada vergonzosa. A partir de ahora escucharemos los intentos de coartada más inverosímiles – de hecho, ya los estamos escuchando–: que si la empresa pantalla de turno estaba inactiva, que si la tuve pero ya no la tengo, que si ha sido cosa del asesor y yo no me he enterado de nada... Para más inri, algunos de los nombres destacados que hemos empezado a conocer han estado viviendo muy requetebién del erario público, vía subvenciones, parentesco o cargo político, lo que no hace otra cosa que acentuar el chirriar de dientes de quienes nos vamos a enfrentar, calculadora en mano al programa Padre sabiendo ya que Panamá era algo más que un canal, un sombrero o la tierra natal del sexagenario Miguel Bosé. Y lo peor de todo es que el dentista no desgrava.