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L’esprit de l’escalier
En apariencia el triunfo es total. Con apenas 39 años, audaz como Napoleón y bello como un San Luis, Emmanuel Macron aparece en los medios de comunicación como el Kennedy galo, que reformará Francia y salvará a la UE. Surgido de la nada, desconocido para el gran público hace un par de años, sin aparato ni militantes, ha volatilizado a notables y novicios, rivales y compinches, hasta llegar a la cumbre.
En su meteórica carrera, ha descarrilado a los partidos convencionales, hipnotizado a los periodistas y hasta inventado un electorado. El PS, a pesar de que todavía tendrá una semana a Hollande en el Elíseo y conservará un mes la mayoría absoluta en la Asamblea, está hecho migas. La derecha republicana, que no sabe si plantarle cara o subirse a su carro, se divide en taifas. Enfrente, Macron sólo tiene a Marine Le Pen y como comprobamos este domingo, parece un seguro para ganar en las urnas. Vistas las portadas, el futuro se perfila de dulce para Macron. Yo no lo tengo tan claro y creo que buena parte de los titulares adolecen de eso que nuestros vecinos del norte denominan «l’esprit de l’escalier»: lo que se nos ocurre brillante e ingenioso cuando ya estamos bajando de la tribuna. A toro pasado es muy fácil dar pases de pecho y cuesta no sumarse a la euforia general, pero si analizamos hechos y datos con frialdad, no hay tanto margen para el optimismo. Para empezar, la participación ha sido baja: sólo 7 de cada 10 inscritos acudieron a las urnas. Y a pesar de los dramáticos llamamientos a frenar al FN, hubo más de tres millones de papeletas nulas o en blanco. Sumen a eso los casi 11 millones de votos que cosechó Le Pen y piensen que dentro de un mes se celebran elecciones legislativas. El sistema, con doble vuelta, ha perjudicado hasta ahora de forma evidente a la ultraderecha. En estos momentos, el FN sólo tiene 2 de los 577 diputados nacionales, pero proyectando las cifras de las presidenciales es bastante probable que el próximo 18 de junio pegue un salto espectacular. Por eso tan de la condición humana que es la tentación de subirse al carro del vencedor, es de prever que «En Marche» se transforme súbitamente en partido y consiga docenas de escaños, pero a partir de ahora juegan todos y cada uno tiene su agenda y sus miserias.
¿Va a poder gobernar y cumplir su programa Macron «Superstar» con una bancada lepenista sólida, el PS yendo a lo suyo y los republicanos a la contra?
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