Nacionalismo

La decisión de Europa

La Razón
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Los separatistas inventaron el concepto «derecho a decidir» para forzar la celebración de una consulta sobre la pertenencia o separación de Cataluña del resto de España. El «dret a decidir» tiene un amplio apoyo entre los catalanes motivado por la propaganda incansable de los medios públicos y subvencionados, complementado por el hastío que ha generado la presión soberanista, cuya lógica derivada se concreta con el argumento de «votemos de una vez para que acabe cuanto antes el lío». La treta del separatismo es inteligente: ir contra el derecho a decidir es negar la democracia. Ha calado entre mucha gente de buena fe un derecho inexistente que hurta al resto de los españoles la soberanía nacional y que pretende declarar extranjeros a los españoles en su misma tierra. Sin embargo, los separatistas reciben malas noticias de Europa. Primero fue el Tribunal Constitucional italiano, que en su sentencia número 118 dejaba claro que la región del Véneto no puede organizar un referéndum sobre la posibilidad de independencia de su territorio y tampoco una consulta sobre la ampliación de su autonomía fiscal. Poco después se pronunció el Tribunal Constitucional alemán, que rechazó la posibilidad de que Baviera celebre «un referéndum para la salida de la República Federal de Alemania», y enfatizaba que la soberanía reside en el conjunto del pueblo alemán, y que tal soberanía corresponde a los ciudadanos alemanes y no a los 16 länder del país. Hace poco más de una semana, la página web «Politico» (el medio pujante de información política) incluía al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en una lista de las 12 personas que «probablemente arruinarán el año 2017», honor que compartía con el populista italiano Beppe Grillo, el extremista holandés Geert Wilders o los hackers rusos. Hace unos días terminaba, de momento, la semana horrible de los separatistas cuando el semanario «The Economist» comparaba a los separatistas con los «brexiteers», argumentando que algunos nacionalistas buscan una manera digna de echarse para atrás, y que Cataluña «es una región plagada de corrupción y desempleo». Brexit, tribunales constitucionales de Alemania e Italia, revistas de prestigio como «Politico» y «The Economist» dejan al secesionismo aislado. Europa empieza a decidir y los separatistas ya no tienen la patente de corso de antaño, cuando su causa era escuchada y propagada por imprudentes incendiarios que lo justificaban en nombre del derecho a la autodeterminación de los oprimidos, jerga populista que hiela la sangre en Bruselas. Europa se ha dado cuenta de que el nacionalismo excluyente dinamita la democracia y los derechos humanos de sus habitantes. Los excesos de los separatistas catalanes intentando manipular de forma obscena a los niños en las cabalgatas de los reyes debe ser la gota que colma el vaso. Que sepan que Europa no los quiere, que la democracia no debe dividir y que el nacionalismo separa y genera odio. Junqueras ya conoce la decisión de Europa, seguro que Soraya se lo explicó.