Julián Redondo

La mente

El físico de los jugadores madridistas roza mínimos. Ante la Juve fue ostensible que el combustible no alcanza para batallas extraordinarias ni grandes desplazamientos. El Espanyol, más fresco, espera. Ramos terminó roto, literal, y Ronaldo, Kroos y Carvajal avanzan lento, renqueantes, con las últimas bocanadas. Al Espanyol le ilusiona competir en Europa. La tonificación muscular, sin embargo, es menos complicada que la recuperación mental. La caída en semifinales es dolorosa, terrible, y deja huella porque es inevitable, tanto como pensar que los cuatro puntos de ventaja que lleva el Barcelona, que recibe en la última jornada al Dépor, son un obstáculo esencial, muro insalvable, aunque el Atlético firme una hazaña casi imprescindible para enfriar al Valencia, perseguidor implacable. El Espanyol está lanzado. Ancelotti, que asume que esta mitad de 2015 le va a dejar con las manos vacías, lo cual en el Madrid es pecado y una factura difícil de pagar, ha intentado convencer a sus jugadores de que la «Champions» es un tren que ha pasado y que hay que recurrir al último aliento para terminar dignamente la Liga. Y por si suena la flauta, que es lo improbable. El Espanyol está crecido y aguarda con la cabeza despejada. Es vital la concentración, renovar el temple y obtener el máximo de revoluciones para alcanzar el objetivo. Nadal resucitó frente a Berdych; pero se hundió ante Murray y Wawrinka volvió a ganarle. Quienes conocen a Rafa insisten en que puede afrontar cualquier reto. El físico le da para ello, pero no es suficiente. Le cuesta mantener la concentración y derrotar a esos demonios que le bloquean la mente, lo que podría ocurrirle también al Madrid.