Carlos Rodríguez Braun

La regla del clan

La Razón
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Cuando amenaza la reacción bajo la forma de ideas primarias y colectivistas, como el comunismo y el nacionalismo, conviene volver la vista atrás. Es lo que hace Mark S. Weiner en su libro «La regla del clan, Lo que una antigua forma de organización social revela sobre el futuro de la libertad individual».

El jurista e historiador inglés Henry Sumner Maine habló del paso «del estatus al contrato». Esta idea, con ecos de las dos nociones de libertad de Benjamín Constant, sugiere el paso del mundo antiguo, donde más que reconocimiento del individuo, lo que priman son los lazos con su grupo, al mundo moderno, centrado en las personas autónomas, que se relacionan y contratan libremente con cualquiera.

Dice Weiner que grandes peligros para la libertad que vendrían después, como el comunismo y el islamismo, ambos pretenden retroceder, y que la sociedad regrese a su pasado clánico, comunal e igualitario.

El comunismo es el regreso del clan: «La centralización de la autoridad política en el Partido Comunista, la abolición de la propiedad privada, la pesadilla de la vigilancia del Estado soviético, todo eso formó parte de un esfuerzo para recrear un mundo de solidaridad clánica mediante la coerción de la ley. El esfuerzo llevó a la esclavitud, a una nueva sociedad modernista del estatus que subsumió al individuo dentro de las demandas del grupo». Pero el clan siempre está con nosotros (en eso se parece al Hayek de «La fatal arrogancia», pero no en todo, como veremos), y en las sociedades liberales «los clanes son retratados a menudo con tonos llamativamente positivos, cuando son una forma social y legal profundamente antiliberal». Menciona la película Avatar, pero también el heroico clan de los volsungos en «El anillo del Nibelungo». Wagner influyó en socialistas, anarquistas y nazis, porque es sencillo pasar del clan germánico como símbolo de la nueva sociedad a buscar una «sociedad cuyos principios de justicia social sólo atañen a los descendientes de las tribus germánicas viviendo para un estado nacional poderoso dirigido por líderes heroicos». La izquierda en tiempos recientes ha fomentado el indigenismo y sus «luchas», de forma análoga a como los nazis admiraron la organización de los indios norteamericanos.

Analiza a los Nuer de Sudán del Sur, un clan con derecho y sin Estado, perdurable, estable, pero siempre atrasado porque todos los lazos son familiares. En la Islandia medieval había poder legislativo y judicial, pero no ejecutivo. Con lo cual el clan era crucial para poner en práctica los fallos judiciales: no había policía para hacerlo; al final hubo una guerra civil, apunta hobesianamente Weiner, y la solución consistió en entregar la independencia de Islandia a otra potencia durante casi siete siglos.

En la lucha antiterrorista fue fundamental comprender que los islamistas funcionan como un clan, y su matriz intelectual se ajusta a esa organización primitiva. Lo veremos en el próximo artículo.