Julián Redondo

Las tablas de la ley

Las tablas de la ley
Las tablas de la leylarazon

Sin nostalgia de aquellos comienzos, el Atlético encajó el primer gol cuando las campanadas anunciaban el alba. El cielo encapotado sobre el Calderón liberó toneladas de hielo que se derretía antes de tocar la hierba. La Copa, sin resaca, y las chispas saltaban en cada contacto. Respondían los rojiblancos a la presión que empezaba en Benzema con otra que los decibelios caseros propagaban a la velocidad del sonido.

Intentaba el Madrid controlar el partido recostado en el 0-1. Y lo pagó. Esa intensidad que ha elevado al Atleti al ático liguero amortiguaba los ecos del talento inadvertido de Bale, o de Cristiano, cuando Ramos hizo penalti a Diego Costa. Continuó el partido como si nada, porque nada se pitó, hasta que entre Arda y Koke descubrieron un agujero que propició el empate.

Con el 1-1 el Atleti empataba al Madrid y derrotaba a la cruel historia, señalada de nuevo cuando Gabi firmó el zambombazo que Bale ni siquiera buscaba porque no tocaba el balón. Esto no es la Copa. Había un equipo que pretendía eliminar a otro de la lucha por el título de Liga y otro que intentaba eternizarse en la pelea, con el once de siempre, el de batallar, el que antepone el percal a la seda, el que trabaja y presiona hasta que se agota. Un equipo reconocible que recordaba al de octubre y noviembre.

Funcionaba y cuando Gabi en la barrera despejó la falta de Cristiano Ronaldo con la mano en el pecho, el árbitro aplicó la justicia poética: tampoco apreció el penalti. Y amonestó a Costa por simular (?) que Arbeloa le enganchó de los pies con la mano, excusa del Mono Burgos para ganar la expulsión a pulso. Vio en el vestuario el gol de Cristiano. Tablas, las de la ley.