El desafío independentista

Mala siembra

La Razón
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Cuando alguien abona con violencia una sociedad no puede esperar buena cosecha. En Cataluña, la clase política siembra semillas de odio y fanatismo con las palabras y las acciones. No se puede jugar con fuego cuando se tiene una vocación pirómana incontrolada. El sábado, dos mujeres fueron agredidas por cinco hombres mientras informaban de la instalación de pantallas gigantes en Barcelona para seguir los partidos de la selección española en la Eurocopa. Seguramente estos energúmenos, que casualmente aparecen en las fotos haciendo peinetas y poniendo la cara del malo de Gotham City, eran los mismos que invocaban la libertad de expresión y condenaban la falta de libertad cuando prohibieron las esteladas en la final de la Copa del Rey. El sumun de la coherencia propio de los encefalogramas planos. Como escribió la novelista Susan Sontang «parafraseando a los sabios: nadie puede pensar y golpear a alguien al mismo tiempo». Últimamente, el personal golpea mucho y piensa poco. Incluso habla mucho y piensa aún menos. Que un líder político escriba en un tuit: «25% de paro y Amancio Ortega tercero en el ranking mundial de ricos. Democracia ¿Dónde? Terrorista ¿Quién?» no siembra nada bueno. Apagar fuegos con gasolina tampoco ayuda. O empiezan a cerrar cuentas de twitter o empiezan a cerrar la boca, o comienzan a incluir la educación y la cultura en ambas y puede que así mejore la cosa.

Es el mundo al revés: se da bola a los violentos y se pide reflexión a las víctimas. Hablan los que deberían callar y callan los que deberían alzar la voz. La afonía de la tele pública catalana, así como la de los máximos dirigentes políticos, los mismos que piden a la policía prudencia «para evitar la violencia», es preocupante. La alcaldesa tardó más de 25 horas en condenar la agresión de estas dos mujeres. Por no hablar de la falta de reacción de los llamados intelectuales, esos que se organizan a la de tres para firmar manifiestos partidistas, y de las asociaciones feministas, que últimamente deben estar muy ocupadas haciendo algo porque no dicen ni pio. Supongo que, como el resto de los afónicos, estarán gestionando subvenciones, y eso lleva su tiempo y conlleva su silencio.