Julián García Candau

Messi, no; Neymar, sí

No hay peor cuña que la de la misma madera. Y en esto llegó David Villa y, de volea, marcó un golazo. Fue su primera respuesta a la humillante venta que le llevó al Atlético de Madrid este verano. Fue lo más rotundo y estético del primer tiempo. El juego tuvo muchas interrupciones y fueran escasas las ocasiones en que hubo fútbol de calidad.

El Atlético interpretó el papel de quien se considera inferior y para equilibrar, además de poner más dependencia física, se cubre bien las espaldas. Con cinco rojiblancos en el centro y presión en todo el campo, el Barcelona no encontró facilidades para el gol. Como en otras ocasiones poco brillantes, trató de poseer la pelota, pero a base de toques horizontales y escasa velocidad. Los pases largos a la parte derecha de su ataque fueron recursos improvisados más que combinaciones estratégicas.

El Atlético ahogó al Barcelona e intentó el gol en contragolpes en los que buscó siempre a Diego Costa. Courtois no tuvo nunca otro punto de mira que el brasileño. El sistema de Simeone tuvo dos propuestas fundamentales: evitar la entradas de Alves y Alba por las bandas y taponar todos los intentos de Messi. Martino no tuvo otra solución que recurrir a Cesc, cuya presencia fue importante en la recuperación del buen tono barelonista y la sorpresa fue retirar a Messi, que sigue con problemas físicos.

La solución llegó con la alineación de Neymar, que entró por Pedro y logró el empate de cabeza. El Barça, perdido en muchos minutos, tuvo más mando en la segunda mitad.

La igualada fue el revulsivo que necesitaba el Barça, ya que perdió parte de la parsimonia anterior.