El derbi de Champions

Reyes Monforte
Dijo Martin Luther King que nuestra generación no se lamentará tanto de los crímenes de los perversos como del estremecedor silencio de los bondadosos. De haber conocido a los jueces del Supremo, cambiaría el término bondadosos por el de cómplices, porque es lo que son. Hay que ser muy ignorante o muy burro para creer que el burka tiene algo que ver con la religión, como argumenta el Supremo, y no con un mero fanatismo. Con ese razonamiento, tendrán que permitir a los terroristas islamistas seguir inmolándose y matando a inocentes, porque sus actos sí están guiados por motivos religiosos, aunque sea por un lavado de cerebro previo.
España no debe ser un país para burkas ni para ningún símbolo de opresión, vejación o sometimiento que, en definitiva y sin falsos ni absurdos prejuicios- como los que imperan últimamente por evitar cualquier gesto que pueda molestar al mundo musulmán- es lo que representa el burka. Por cierto, no sé qué pasa con las voces feministas que no se alzan en este asunto y, sin embargo, se desgañitan cuando aparece un desnudo femenino sobre un Ferrari o cuando un Toni Cantó apunta de manera desafortunada algo que sin embargo convendría, cuando menos, revisar. Quizá es que están con el burka puesto y ni ven ni son vistas, ni oyen ni son escuchadas.
De poco servirá una democracia si los jueces se empeñan en taparla, cubrirla, esconderla y humillarla bajo la tela del burka, que no deja de ser un sudario de la dignidad humana. Serán responsables y algún día darán cuenta de sus decisiones. Hasta entonces, recemos para que no les llegue ningún caso de ablación de clítoris, porque lo considerarán materia cultural. O quizá haya suerte y les trasladen a un tribunal afgano, donde les llegue el caso de una mujer que haya decidido suicidarse arrojándose aceite hirviendo bajo el burka como protesta por la prenda que le obligaban a usar. Pero para entonces, ya será tarde.
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