PSOE

«Pedro quiere arreglarse con Felipe»

La Razón
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El secretario general del PSOE tiene ganas de firmar la paz con la «vieja guardia». Da señales de querer pasar página de su propia y reciente experiencia vital. La militancia pudo aupar de nuevo a Pedro Sánchez como su guía al son de «La Internacional», puño en alto y dando un corte de mangas a sus mayores, pero el líder socialista también es consciente de lo que pesa anímicamente en sus filas la sensación de unidad. Sánchez parece atribuirse un error en el pasado. Cuando, tras la crisis institucional que siguió a las elecciones del 20-D, evidenció sus prisas por llegar a La Moncloa. Esta «segunda vida», a decir de estrechos colaboradores, incluye incluso un cambio de opinión sobre Pablo Iglesias, del que Sánchez desconfía hasta el punto de recibir con prevención su mensaje telefónico de felicitación navideña.

El relato de los suyos incluye como prioridad la construcción de un proyecto, «a dos años vista como poco», para intentar ser presidente desde una posición clara. Y cualquier dirigente político necesita poder pisar terreno firme en su casa si desea lograr tal objetivo. Así que si en la batalla de las primarias se enfrentó a quienes se decían guardianes de las esencias del PSOE, ahora Sánchez se reivindica como el heredero de una historia vinculada a la defensa de la cohesión social y territorial, situándose como el líder de las únicas siglas que pueden ser alternativa al centro derecha.

De hecho, ya ha recuperado la interlocución con José Luis Rodríguez Zapatero y ahora aspira a la «gesta», en palabras de un cercano a Sánchez, de hacer lo propio con Felipe González. La ruptura entre ambos viene de una entrevista a la Cadena SER en la que el ex presidente del Gobierno aseguró haber sido engañado, desencadenando el golpe de mano en el PSOE de aquel célebre Comité Federal en el que Sánchez tuvo que dimitir.

A los micrófonos de esa misma radio regresó hace poco quien fuera presidente del Gobierno y reconoció que no mantiene trato con el actual secretario general del PSOE. «Hace mucho tiempo que no hablo con él, lo cual no quiere decir que no esté dispuesto a hablar con él», aseguró, convencido de que «va a ocurrir».

Sánchez ha dado pasos, a través de terceros, para la aproximación a González. Y, a decir de voces autorizadas, «con éxito». Incuso se habla de intercambios de mensajes. A diferencia de Zapatero, «Felipe, que tiene acreditada su condición de referente dentro y fuera de España, prefiera mantenerse distante de la vida interna del partido», piensan en Ferraz. En cualquier caso, remarcan las fuentes, «Pedro quiere arreglar su relación con Felipe». El análisis que hace la guardia pretoriana de Sánchez es que rehacer las relaciones con sus antecesores es importante para afianzar la reivindicación de la historia del PSOE. Reconstruir puentes, a ojos de algunos, resulta todavía más seductor si sirve para aislar a Susana Díaz de quienes llegaron a hacer campaña por ella. Frente al resto de baronías que le plantaron cara, desde Guillermo Fernández Vara a Emiliano García-Page pasando por Javier Lambán o Ximo Puig, sólo la presidenta andaluza mantiene las espadas en alto. Ayer, pese a haber coincidido ambos en un desayuno, no quiso acompañar por la tarde a Sánchez en un acto con militantes en Sevilla. Tampoco va a ser fácil el acercamiento a Alfredo Pérez Rubalcaba, quien ha mostrado su malestar por haber sido tratado «como un trapo» por la gente de Ferraz tras su reciente cita en un hotel de Madrid con la coordinadora general del PDeCAT, Marta Pascal.