
Julián Redondo
Pirómanos
Producen hartazgo las modas de los silbidos, signo inequívoco de mala educación. En La Coruña la tomaron con Fernando Hierro por un rifirrafe con Fran que olvidó muchísimo antes el agraviado que el público. A Andrés Iniesta le pitan los oídos según se acerca a San Mamés. Abuchear a Iniesta tiene tela, telita, tela, ¿o no? Piqué, que se ha partido la cara literalmente por la Selección, no escurrió el bulto cuando le preguntaron por su celebración de la Liga de Campeones aludiendo al «rompetarimas» y al Real Madrid sin mencionarlo.
Después de escuchar las protestas de miles de aficionados leoneses, les disculpó, son muy libres, vino a decir, y añadió que no se arrepentía de lo que dijo, que estaba de cachondeo, y sigue, por lo visto. Por ese recurrente maniqueísmo de hágase la paz en el fútbol, bien pudo poner un paño caliente; pero no lo hizo, con lo que un sector de la afición madridista, debidamente caldeada por quienes acostumbran a convertir una anécdota, «una tontería» que dice Vicente del Bosque con mucho tino, en noticia de la semana, seguirá bufando. Piqué podía haber recurrido al ardid diplomático; pero se ha tomado el lío a chanza. Allá él. Estaba de cachondeo y continúa con la juerga. Se lo pasa pipa, mientras a su alrededor Del Bosque ejerce de bombero mayor del reino y directivos como Marcelino Maté, presidente de la Federación Castellano-Leonesa y hombre más afín a Ángel María Villar que el mismísimo Villar, justifica la reacción de sus paisanos.
No deja de ser un contraste llamativo que mientras que el seleccionador nacional rechaza los pitos contra el cachondo de Piqué, «porque quien pita a un jugador de la Selección pita a la Selección», un directivo de la propia Real Federación Española de Fútbol oficia de pirómano y añade gasolina a la hoguera.
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