Rosetta Forner

Pólvora mortal

La Razón
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Los fuegos artificiales crean espectáculos preciosos al estallar en el cielo nocturno. Como valenciana, me encantan la «mascletá» y la «Nit del foc» de las Fallas, pero soy consciente de que a su lado artístico se añade otro peligroso: son pólvora, no un juguete. Por regla general, los accidentes con petardos de los que oímos hablar suelen ocurrir debido a una mala manipulación o a un mal transporte. No es éste el caso. La empresa Pirotécnica Zaragozana ya tuvo otros dos accidentes: no hay dos sin tres. Desconozco lo que pasó en las dos veces anteriores, y si subsanaron los errores o lo que los provocó. Los daños materiales se apañan: todo lo que se puede arreglar con dinero es barato. Lamentablemente, las vidas de esas personas ya nada las podrá «subsanar». Verse envuelto en una explosión debe de ser terrible. Es una muerte muy violenta, como si uno estuviese en una guerra. Unos fuegos artificiales que se crean para celebrar y acaban por matar. ¿Qué falló? ¿Qué pudo desencadenar tal desastre? Nadie espera morir en el puesto de trabajo. Empero, ocurre más a menudo de lo que nos gustaría: antes se moría en las cruzadas, ahora en las empresas. Nos creemos muy poderosos. Sin embargo, la vida humana es muy frágil, en un segundo estalla el desastre y la alegría se volatiliza. La tecnología no nos libra del factor humano. Me imagino la desesperación y el dolor de los familiares. Para este tipo de dolor, no hay tratamiento ni consuelo. Mi más sentido pésame para las víctimas y sus familias.