César Vidal

Ruedas de molino

Me envía una afectuosa lectora una copia de una reciente tertulia para someterla a mi consideración. No pretende, por lo que yo puedo juzgar, que analice el contenido, sino más bien que me percate de hasta dónde hemos llegado. Un poco triste sí resulta. En el fragmento recibido, un grupo de veteranos contertulios comenta una reciente homilía del papa en la que el pontífice señala que el que escandalice a los pequeños más valdría que se atara una rueda de molino al cuello y se arrojara al mar. De entrada, ninguno, absolutamente ninguno, parece tener la menor idea de que el Papa está citando del Evangelio, previsiblemente de Mateo 18: 6, Marcos 9: 42 o Lucas 17: 2. Como el dato es ignorado, todos están convencidos de que no sólo la frase es original de Francisco, sino de que además oculta algún significado punto menos que esotérico. Las interpretaciones no tienen desperdicio. Uno de los contertulios afirma, como si se lo hubiera contado el mismo pontífice mientras toman café, que la referencia tiene que ver con los abusos sexuales perpetrados por pedófilos. De esa manera, consigue hacer el ridículo un buen largo. La persona que modera la tertulia o lo ignora o no desea dejar en mal lugar al personaje en cuestión. El caso es que se calla, o sea, otorga. Por un momento, he pensado que como el personaje en cuestión tuvo durante años –ignoro si sigue en la misma situación– una amante musulmana, semejante circunstancia ha influido en su despiste. Sin embargo, he rechazado tal posibilidad porque los amores pueden despistar, pero no provocan amnesia. Concluyo que sólo se trate de una de esas muestras de ignorancia de lo más elemental a que nos tienen acostumbrados algunos de los que pululan por los medios de comunicación. Naturalmente, hay que preguntarse si alguien que es incapaz de identificar un sencillo pasaje de los Evangelios puede, acto seguido, pontificar sobre el déficit, los damnificados de Filipinas, el Obamacare o el nacionalismo vasco. No se trata de una cuestión religiosa, sino cultural. No me inspira confianza alguna quien no es capaz de identificar una cita elemental de Cervantes, de Churchill o del Nuevo Testamento. Eso antes era cultura general. Ahora, por lo visto, ha quedado relegado al ámbito de los especialistas, abriendo la puerta a que, aunque el Papa hable con claridad, sus exégetas mediáticos confundan, bastante dogmáticamente, el tocino con la velocidad. A lo mejor son ellos los que deberían atarse una rueda de molino...