Madrid

Sí, es lo que parece

Los esfuerzos de Ciudadanos por despegarse de la extrema derecha ya han empezado. Declaraciones como la de su número dos, el Sr. Villegas, que sentenció hace pocos días que “Vox no es socio de Ciudadanos ni del Gobierno de coalición en Andalucía”, van a ser habituales.

Al escucharle, no puedo dejar de acordarme de aquel sketch, malo de solemnidad, en el que cuando el protagonista sorprende a su pareja en plena infidelidad, esta se defiende recurriendo al tópico: no es lo que parece.

En realidad, el sentimiento que tiene la dirección de Ciudadanos es de haber sido desleal a sus votantes y no le faltan razones. Albert Rivera, ha alimentado una imagen de centrado y moderado que resuelve los empates permitiendo la gobernabilidad, pero se le ha venido abajo.

Ahora interpreta la voluntad de los ciudadanos, sentenciando, cada vez que puede, que los andaluces han votado cambio. De esta manera justifica que, como ya dieron anteriormente el apoyo al PSOE, en esta ocasión le toca aliarse con el Partido Popular, en esa equidistancia que dicen guardar entre los dos partidos clásicos.

Entonces, ¿de dónde viene la necesidad de reafirmarse como partido muy lejano a Vox? pues, sencillamente, porque hay algo que no cuadra a sus votantes.

Se ha instalado un sentimiento colectivo, alentado también desde algunas instancias del PSOE, de que Susana Díaz ha perdido las elecciones en Andalucía, además, se argumenta que el bloque de izquierdas no tiene mayoría, la consecuencia es que la derecha debe llegar al gobierno irremediablemente.

Sin embargo, los datos objetivos (33 diputados PSOE, 26 el PP, 21 Cs, 17 Podemos y 12 Vox), indican que es falso que Díaz haya perdido las elecciones, de hecho, es la fuerza más votada.

En segundo lugar, entre PSOE-Podemos y PP-Cs, el bloque de izquierda tiene más diputados. También podríamos considerar que Cs es el árbitro y fijarnos en los bloques PSOE-Podemos y PP-Vox, pero el resultado sigue siendo el mismo.

Es decir, que se mire por donde se mire, el Sr. Rivera ha decidido que Ciudadanos forme parte de un bloque y ser socio de la extrema derecha, porque si no fuera así, hubiera valorado otras alternativas.

Por ejemplo, podría haber apoyado al partido más votado, e incluso haberse mantenido en la abstención, entendiendo que la suma socialistas-podemistas configura el bloque de mayor apoyo. Pero optó porque no gobernase quien ha tenido más escaños y más votos, siendo socio de la extrema derecha.

Algún lector perspicaz puede argumentar que Ciudadanos y el PP no han cometido un pecado original y que si ya hubo otro pacto con el demonio, por qué el de ellos no. Pecadores somos todos, pero en lugar de justificar nuestras faltas en las de otros, deberíamos no tenerlas.

En el Partido Popular han apostado claramente por dejar de liderar la derecha española para convertirse en “árbitros para poner de acuerdo a otros partidos”, según ha dicho Pablo Casado que, por otra parte, ya se ha apresurado a afirmar que el pacto andaluz es extrapolable a otros territorios.

Pero lo más significativo ha sido que en la entrevista a Begoña Villacís en este diario, La Razón, transmite con naturalidad que un acuerdo con Vox y PP puede ser aplicable a Madrid.

Es decir, que sí se ha configurado un bloque con tres socios que aspiran a acumular el mayor número de gobiernos posible después de las elecciones de mayo.

Pues a la vista de todo esto, va a ser que sí es lo que parece, Sr. Rivera, tiene usted un nuevo socio y se llama Vox.