Julián Redondo

Si tú me dices ven

Las opiniones de Sergio Ramos han levantado ampollas y desatado una tempestad que no es normal cuando las ligas ceden el paso a las selecciones. Ni cuando lo intentó consiguió aclarar si disparaba a Mourinho, a Diego Costa, a Cesc, a Del Bosque, a la Federación, porque no ha cubierto la vacante de Fernando Hierro –ausencia más que notable, por la cantidad de incendios que apagaba sin tener que vestir al seleccionador de bombero–, o a todos. Su alusión al compromiso de quienes al escuchar la llamada de la Selección han de gritar «cojones y españolía», como el general Gómez Zamalloa, no ha recibido apoyos del resto de la expedición, al menos en público. Del Bosque no se ha dado por aludido, cree en el compromiso de sus jugadores, incluidos los dos del Chelsea, y apunta a que es más fácil opinar que decidir. Le molesta el asunto. Juanfran está seguro de que su ex compañero en el Atlético no está en Huelva porque no puede, no porque no quiera. Y Cazorla, que hoy será titular, mandaría al cuerno a Wenger si la Selección le dice ven. No lo expresó con esas palabras, pero hubiese firmado la balada de Los Panchos sin pensárselo dos veces. Y en esta ocasión, más que nunca, porque será titular en un equipo repleto de novedades.

Extrañará no ver a Xabi y a Xavi, o a Villa, los jubilados; también a Cesc, Silva e Iniesta, protagonistas como aquéllos de las grandes hazañas de la mejor selección española de todos los tiempos. Las huella de la Roja es imperecedera, como ese tiqui-taca admirado en todo el mundo e imitado sólo por equipos excepcionales. Es la hora de Koke y de Isco, los jugadores llamados a protagonizar la revolución, el verdadero compromiso.