Sergio Alonso

Una empresa mafiosa

Durante las últimas semanas, varios altos cargos de la Consejería y del Ministerio, bastantes representantes del sector sanitario y un nutrido número de médicos me han preguntado que qué está pasando en el Colegio de Médicos de Madrid. Aunque a todos ellos les he dado cumplida información sobre el particular, no está de más consignarla por escrito para despejar dudas, dejar claro quién es el malo y quién el bueno de la película y denunciar públicamente la situación que la ilustre entidad viene padeciendo desde mucho antes de que Sonia López Arribas, la hoy presidenta, llegara a ella. El estado de la cuestión puede resumirse de la siguiente forma: el Colegio de Médicos lleva años literalmente «secuestrado» por una empresa mafiosa que sólo busca hacer caja a costa de los colegiados. Como comprenderán, los ataques que viene sufriendo la psiquiatra no son casuales, como no lo fueron los años convulsos que se vivieron en el Colegio durante el último mandato de Juliana Fariña. En el caso que nos ocupa, el motivo de dichos ataques no es otro más que la negativa de López Arribas a plegarse a los intereses espurios de dicha empresa. Como la reforma estatutaria que ha planteado acaba con el monopolio y abre la puerta del colegio a todo aquel que preste los mejores servicios al mejor precio, la empresa mafiosa ha decidido denostar a la presidenta, poner en duda su honorabilidad y achacarle todo tipo de falsedades para desacreditar su imagen. Para ello, maneja una red de médicos corruptos a los que tiene a sueldo, a más de un miembro de la propia junta directiva y a un grupo de extorsionadores que, a cambio de las cantidades convenidas, no dudan en malmeter contra ella y contra su apoyo más débil, el asesor Antonio Mora. Lo que resulta incomprensible es que estando como está ya todo esto en boca del sector, la OMC y la Consejería sigan mirando para otro lado y no intervengan. Los colegios no deben ser rehenes de sus proveedores.