Julián Redondo

Viento en popa

Cuando a Benito Floro le desean suerte, responde sin titubeos que la suerte es para quien la trabaja. En esa línea, Graham Greene apuntaba: «Nunca convencerás a un ratón de que un gato negro trae buena suerte». Sí... pero no. Alberto Contador lo discutiría porque llegó al Tour fresco como una lechuga, en la condición ideal para ganarlo, y abandonó con un hueso de la pierna roto a causa de una caída. Eso es mala suerte. Como la de Purito Rodríguez, que preparó la temporada con sacrificio y esmero y se la pegó en el Giro y en el Tour. En fútbol la suerte es buena cuando el rival tira tres veces a puerta y tropieza con los postes y tú disparas sólo una y es gol. Eso es cuestión de suerte, o de puntería, insistiría Floro. En el sorteo de la Liga de Campeones, los cuatro equipos españoles han tenido potra... en grado diverso. En el grupo del Madrid no hay rival que se le acerque; en el del Barça el peligro proviene del PSG; en el del Atlético, de la Juventus, y en el del Athletic, del Oporto, porque los vientos de guerra que azotan a Ucrania impedirán al Shakhtar Donetsk jugar en su campo. Como son dos equipos por grupo los que pasan a octavos, no es una barbaridad predecir que los cuatro estarán en el bombo.

Hay un grupo, el E, que tiene su miga, con el «Hispabayern» de Múnich –cinco españoles en sus filas: Alonso, Reina, Thiago, Javi Martínez y Bernat, más los técnicos– a la cabeza, el Manchester City y el Roma, con el CSKA de «outsider». Y otro muy igualado, el que más, el C, con Benfica, Zenit, Bayer Leverkusen y Mónaco. Sobre el papel, los 32 mejores equipos de Europa; pero no es cierto, hay por lo menos una docena que no resistirían la comparación con otros tantos de la «Europa League». Lo impepinable es que, por lo que respecta a los cuatro españoles, la teoría es cierta.