Julián Redondo

Y además, fútbol

Los Hispanos empiezan a parecerse a sí mismos según avanza el Mundial de balonmano. Nadal superó el calvario de Smyczek, asombrado aún por la resistencia del español, que estaba muerto, y venció a Sela como cuando soportaba la comparación con un titán. Pau y Marc Gasol, dos hermanos españoles entre los diez mejores de la NBA, harán historia en el Partido de las Estrellas. El fútbol profesional está a punto de declarar la guerra. Reunidas las tribus (LFP), la llama ha prendido junto al polvorín en vista de que el hombre blanco (Cardenal) no consigue sacar adelante la Ley del Deporte, que gravita sobre el Congreso desde junio de 2014. Sin la Ley, se demora la ansiada firma de los derechos de televisión centralizados, más imprescindible que el balón, lo que empuja a muchos clubes a la bancarrota y cuando estalle el conflicto, a ver quién es el guapo que enciende la pipa de la paz. O se arregla o se arrancarán cabelleras, lo que viene a ser el viejo adagio de «rodarán cabezas».

Y sin embargo hay fútbol. O además. El Real Madrid, que mira al futuro con fichajes como los de Asensio, Odegaard y Lucas Silva, juega en Córdoba; el Barça, crecido, en Elche. Catalogar ambas salidas de fáciles es menos atrevido que apuntar una fecha para rubricar los derechos de televisión. El Atlético recibe al Rayo y no permite que juegue Insúa, salvo que Martín Presa arrime 100.000 euros a la alineación. Se los va a ahorrar. Las cesiones se firman con las cláusulas acordadas por interés de todas las partes, excepto el del jugador, mercancía que ni pincha ni corta. Hace lo que le dicen y se aguanta; pero es injusto: Insúa no le vale a Simeone, que no deja a Paco Jémez que lo utilice. Sin novedad.