La situación

Constitución versátil

«Ya se intenta aplicar ingeniería lingüística creativa para “constitucionalizar” la amnistía para quienes cometieron delitos durante el proceso independentista»

No hay obstáculo que se interponga en el camino de Pedro Sánchez hacia una nueva y exitosa investidura. En las elecciones de noviembre de 2019, el fracaso de Moncloa al quedarse en 120 escaños cuando preveía 150 hizo reaccionar al presidente en cuestión de horas, para dejar de lado su negativa a coaligarse con Podemos: aceptó la foto del abrazo con Pablo Iglesias, al tiempo que elevó a ERC y Bildu a la «dirección de Estado», según las pretenciosas palabras del vicepresidente del Gobierno.

Eliminar los límites –las fronteras políticas que no se está dispuesto a traspasar– facilita el camino hacia al poder. Por tanto, superados los escrúpulos que pudiera provocar ir de la mano de determinados partidos, el siguiente engorro del que hay que ocuparse es la Constitución Española. Los socios del Frankenstein I –y previsibles socios del II + Puigdemont– saben que no podrán reformar la Constitución a su gusto, porque las Cortes Constituyentes agravaron el procedimiento para establecer que cualquier cambio en los apartados sustanciales del texto debía ser el fruto de un gran acuerdo nacional, y no de la voluntad de media España, dejando fuera a la otra media. Por eso se establecieron mayorías reforzadas, a las que hay que añadir la disolución de las Cámaras, nuevas elecciones, más votaciones del nuevo parlamento, y hasta un referéndum nacional. En definitiva, o nos ponemos todos de acuerdo o no se reforma la Constitución.

Pero no hay estorbo que la coalición que ha gobernado y, previsiblemente, gobernará, no pueda apartar de su camino para seguir adelante: si no puedes reformar la Constitución, sí puedes traducirla a tu gusto, aunque sea forzando sus costuras hasta romperlas. Ya se intenta aplicar ingeniería lingüística creativa para «constitucionalizar» la amnistía para quienes cometieron delitos durante el proceso independentista. Y así se propone, también, para que Yolanda Díaz (y todo lo que tiene detrás), Urkullu, Junqueras, Otegi y Puigdemont puedan decir que han subido un escalón más en la escalera que lleva a Cataluña y País Vasco hacia la puerta para salir de España. Porque de eso se trata. De eso, y de mantener el poder.