Biblioteca Harley-Davidson

Cornetín

Caricaturizar al gobierno actual es fácil. Entre otras cosas porque se han convertido en caricaturas de sí mismos

Yo no sé si a ustedes les pasa, pero cuando veo a nuestros políticos hablando por televisión mi subconsciente no puede evitar asociar a cada uno de ellos con una imagen icónica que se me queda grabada en el cerebro. Me pasa, por ejemplo, con el ministro Bolaños. Cada vez que aparece en la pantalla para hacernos alguna rimbombante proclama, es inevitable que me venga a la mente la imagen de un hombre tocando un cornetín. Se me aparece una imagen en la que, por un extremo del instrumento, encontramos a un señor inflado, con los ojos desorbitados, sacando pechera e intentando parecer importante, empeñado en introducir una gran cantidad de energía eólica por un tubito muy estrecho. Al final, el único y desafortunado resultado de todos sus esfuerzos consiste en que lo que sale por el otro extremo es un sonido escuálido y chirriante, tan efímero como caricaturesco.

Caricaturizar al gobierno actual es fácil. Entre otras cosas porque se han convertido en caricaturas de sí mismos. Es como ver un antiguo episodio del Coyote y el Correcaminos. Cada intento de algo es una plancha. Cada ocurrencia y cada plan genial que tienen se les vuelve en su contra. Es inevitable en esas circunstancias que, al final, los protagonistas se pongan nerviosos, se difunda un estrés general y la reacción defensiva sea ensanchar la pechera levantando la voz y señalando con el dedo indiscriminadamente a éste o aquel. Es lo que suele suceder cuando alguien se encuentra en una posición extremadamente endeble e insostenible.

La misma labilidad encontramos en muchas de las propuestas de Yolanda Díaz y de los socios independentistas del Gobierno. Como músico, a uno le gustaría que cualquier coalición política tuviera la compactación afinada de las grandes secciones de viento de la música negra. Pero no es el caso, y ya nadie duda que tendrán muchos problemas. Buscarán solucionarlos a toque de corneta, pero solo tendrán a mano un cornetín.