Tribuna
Corrupción política, política
Ambos eran la mano derecha e izquierda de Sánchez. Ábalos, el defensor de la moción de censura que lo elevó al poder, con su locuacidad brillante sobre la corrupción del gobierno Rajoy ¡Quién lo diría hoy! Santos es aún más determinante
La corrupción política pura no exige razones económicas, se produce cuando se usa indebidamente el poder político para obtener beneficios partidistas y personales. La cuestión es muy sencilla, la política se usa debida o indebidamente cuando va dirigida al «bien común» o al «interés general», o por contra a intereses partidistas o particulares. Curiosamente la primera vez que he visto coincidir en una crítica a los líderes del Partido Popular y de Vox ha sido recientemente en relación con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la amnistía, calificando el asunto de corrupción política porque ha supuesto la venta de una ley en su opinión inconstitucional a cambio de votos, consiguiendo el apoyo parlamentario para gobernar. Ambos políticos han coincidido y dicho lo mismo, y con las mismas palabras. Tienen razón, ojalá no sea la última vez.
Vivimos como dice el filósofo Byung-Chul-Han en medio del «enjambre», embriagados de noticias, cegados y nublados por la cantidad e inmediatez de estas. Las noticias sobre la corrupción del PSOE estos últimos días han producido ríos de tinta, videos y chats provocando «olas de indignación», lo cual es muy eficiente para movilizar y aglutinar la atención; pero, dada la sobrecarga informativa, su carácter fluido y su volatilidad, hacen que sean poco estables para crear opinión haciendo ver la verdad de fondo. Se ha producido una «infoxicación», palabra propuesta por Alfons Cornellá para describir la sobrecarga de información que dificulta el conocimiento de la verdad para la toma de decisiones adecuadas. Lo primero que hemos olvidado es que esto no es una cosa de trileros, o de tres simples comisionistas más. Se trata de los personajes políticos más importantes del Sanchismo. Ábalos y Santos Cerdán han sido los secretarios de organización de esta etapa. Ambos eran la mano derecha e izquierda de Sánchez. Ábalos, el defensor de la moción de censura que lo elevó al poder, con su locuacidad brillante sobre la corrupción del gobierno Rajoy ¡Quién lo diría hoy! Santos es aún más determinante. A mí el personaje me lo reveló en sus libros Carlos Cuesta: «es uno de los grandes culpables del movimiento de destrucción constitucional que estamos soportando en España», al erigirse en el principal negociador con los herederos de ETA primero (suele recordar la frase grabada de Koldo: «El cupo vasco es de Santos. No nos metamos en su terreno») y los independentistas catalanes después. Nadie podrá olvidar su «pacto de Waterloo» con el inefable Puigdemont, cuyo centro gravitacional es la amnistía inicio de la destrucción del orden constitucional de 1978. Santos es un «hábil negociador de mil leyes y presupuestos», pero además es responsable estratégico de operaciones como la entrega de Navarra al independentismo vasco.
Ambos Ábalos y Santos controlaban la maquinaria interna del partido e hicieron las primarias de 2017 que dieron la vuelta al partido arrasando a la vieja guardia socialista. Controlaron los congresos autonómicos y la designación de los candidatos autonómicos, las posteriores realizaciones de las primarias y las secundarias en todos los territorios, el empleo de allegados como Koldo García y un buen número de conmilitones. Pero sobre todo eran los autores de la estrategia: obtener y conservar el poder a cualquier precio; amnistía, concierto autonómico catalán, república confederal y lo que haga falta.
No debemos olvidar que «Todo empezó en el Peugeot» en 2016 tras la dimisión forzada de la secretaría general, esta es la frase que resume el «Manual de resistencia», biblia del sanchismo. En este libro se resume la nueva ideología: frente a la elite del partido, la militancia, el verdadero liderazgo viene de las bases no del aparato, «nuestra llegada al poder no es oportunista sino una respuesta ética a la corrupción estructural del PP». Y finalmente, «la resistencia» es la nueva narrativa política, literalmente: «Forma de hacer política contra el cinismo, el marketing vacío y el derrotismo institucional». Transcurridos 7 años en el poder la verdad debajo del enjambre es la siguiente: el aparato se convierte en búnker, la corrupción no es estructural, sino en términos marxistas superestructural, la militancia desaparece de la escena, todo es puro marketing vacío para conservar el poder y las instituciones, si no se pueden colonizar, se suprimen. Termino, en el Peugeot 407 gris iban: Sánchez, Begoña; y variando las ocasiones Santos Cerdán, diputado por Navarra, Ábalos, diputado por Valencia y su asistente Koldo «El último aizcolari socialista»; esto sí que es un enjambre.
Jesús Trillo-Figueroaes abogado del Estado y escritor.