Cargando...

El trípode

En defensa de la verdad

Acusar a este ilustre servidor de la Iglesia de tamañas vilezas solo es entendible desde un desconocimiento absoluto de su persona y de la auténtica misión de la Iglesia católica

La polémica generada en Jumilla ante la decisión adoptada por el Ayuntamiento, mediante un acuerdo entre la alcaldía del Pp y Vox, acerca de la prohibición de realizar ceremonias religiosas islámicas en el polideportivo municipal, como es sabido ha tenido agudas réplicas en diversos ámbitos personales, políticos, geográficos y eclesiásticos. En lo político no es sorprendente que los integrantes del Frente Popular sanchista -y por cierto tan progresista como «feminista», lo que exime de más comentarios al respecto- salieran en procesión a descalificar a la «ultraderecha». Aunque en este caso tratándose de una práctica religiosa resulta más llamativo si cabe todavía, siendo ellos además tan «animalistas» y afectando esa prohibición también a la masiva «matanza del cordero». En lo eclesiástico, ya comentamos el pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Española apoyando totalmente a la Comisión Islámica en su reivindicación de la libertad de Culto público, y cuando menos su inoportunidad e imprecisión, sobre todo ante el silencio frente a tantos cristianos que son asesinados por su fe en los países de procedencia de no pocos de estos inmigrantes musulmanes. En cuanto a lo personal y geográfico (además de eclesial), la polémica tiene un nombre que es D. Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo. En medio de la polémica , Don Jesús se «atrevió» a mostrar en X (antes twiter) su disconformidad con tan aparente unanimidad episcopal al respecto, mostrando la carencia de reciprocidad existente en cuanto al respeto ya no sólo al culto público sino a la propia vida de los cristianos, que son asesinados en las Iglesias donde practican el culto en sus países de origen. En Asturias, donde la reconocida ortodoxia doctrinal y pastoral de su Arzobispo causa malestar en determinados medios «progresistas», su X ha levantado ampollas con declaraciones públicas de destacados representantes de esa ideología descalificándole por haber utilizado la expresión «moritos» en su redacción, acusándole nada menos que de «xenófobo y de difundir discursos de odio» entre otras lindezas. Por conocer personalmente al afectado siento el deber de salir en su defensa, que en este caso es hacerlo en defensa de la verdad, afirmando que acusar a este ilustre servidor de la Iglesia de tamañas vilezas solo es entendible desde un desconocimiento absoluto de su persona y de la auténtica misión de la Iglesia católica. (Además de no querer entender y leer el sentido de esa sencilla expresión en su adecuado contexto). En su diócesis, en todo el mundo, y en África ahora en especial, la Iglesia tiene el deber de defender a esos miles de cristianos que son masacrados ante la ignorancia de esa progresía. Y no sólo de la política.