
Tribuna
La desconexión tecnológica con Israel (II)
El Gobierno español, que en el plano diplomático adopta una postura frontal contra la ofensiva israelí, debe decidir hasta qué punto trasladar esa misma confrontación al terreno tecnológico y económico
Durante décadas Israel ha sido un actor clave en el ámbito tecnológico mundial, tanto en el campo militar como en sectores civiles de gran relevancia: ingeniería, telecomunicaciones, medicina, gestión del agua o agricultura avanzada. Su modelo de innovación, basado en un entramado de startups (sociedades nuevas de alta tecnología con una idea innovadora), universidades de élite y cooperación civil-militar, le granjeó el apodo de startup nation. El libro de Dan Senor y Saul Singer, con este título, explica las causas del milagro económico israelí.
España, como otros países europeos aliados de Israel, se benefició de esta red de conocimientos, muy especialmente en los mencionados sectores de telecomunicaciones, la desalinización de agua, la ciberseguridad y la investigación biomédica, entre otros.
Hoy, sin embargo, el escenario político internacional -marcado por la ofensiva israelí en Gaza y el creciente distanciamiento diplomático del gobierno Madrid con el de Tel Aviv- ha desembocado en la elección de nuestro Gobierno en colocar a España en una posición de desconexión tecnológica progresiva, que trasciende al sector castrense y con relevantes consecuencias en el entorno civil. No en vano gran parte de las innovaciones tecnológicas de las últimas décadas son de doble uso militar y civil.
El asunto es de extrema importancia porque, en principio, todo indica que el Gobierno trata de conjugar una decisión de alto calado político con necesidades técnicas de supervivencia, competitividad e interés general, y esto no resulta nada fácil.
España tiene un interés estratégico en la tecnología israelí del agua, especialmente en desalinización y gestión eficiente de recursos hídricos, porque enfrenta una creciente escasez debido a la creciente desertificación y la alta presión de demanda agrícola y turística. Israel es líder mundial en plantas desalinizadoras, riego por goteo y reutilización de aguas residuales, soluciones que España busca adaptar para asegurar el abastecimiento en regiones áridas como el sureste peninsular y Canarias. La cooperación con empresas y centros israelíes aporta innovación, competitividad y transferencia tecnológica, reforzando la seguridad hídrica española y reduciendo la dependencia de fuentes convencionales cada vez más limitadas. Sin embargo, la tensión diplomática actual frena nuevos acuerdos e incluso lleva a revisar colaboraciones previas, no por razones técnicas, sino políticas.
Israel ha sido pionero en ciberseguridad, criptografía y software de vigilancia. En España, donde la digitalización de la economía y la protección de infraestructuras críticas son prioridades, las empresas israelíes llegaron a ofrecer soluciones punteras, considerándose difíciles o imposibles de reemplazar dichos software. Una realidad incuestionable es que estas tecnologías tienen un doble uso civil y militar que dificulta aún más su sustitución, y conlleva enormes riesgos: Dejar de acceder a avances en ciberseguridad en un contexto de amenazas híbridas y ciberataques cada vez más sofisticados.
La colaboración hispano-israelí en sanidad e investigación médica destaca especialmente en la oncología y el desarrollo de nuevas terapias avanzadas. Existen convenios entre Universidades españolas y el Instituto Weizmann de Ciencias de Israel para llevar a cabo proyectos pioneros que combinan inteligencia artificial y tecnología genética, enfocados en la lucha contra el cáncer. Estas iniciativas buscan mejorar los tratamientos y ampliar los límites de la medicina de precisión, impulsadas también por el apoyo de entidades filantrópicas españolas. La cooperación hispano-israelí fomenta el intercambio de conocimiento y fortalece la red internacional de investigación biomédica, que de ponerse en riesgo conllevaría grandes perjuicios para la sanidad española. Prescindir de innovaciones israelíes puede significar retrasos en diagnósticos o tratamientos de vanguardia. La paradoja resulta evidente: mientras España busca afirmar su posición política frente a Israel, corre el riesgo de perjudicar indirectamente a sus propios pacientes y a su sistema de investigación biomédica.
La agricultura de precisión y el riego por goteo israelí se expandieron como soluciones clave en zonas áridas. España, uno de los países europeos más expuestos a esta problemática, se apoyó en estas innovaciones para mejorar su productividad agrícola y garantizar su soberanía alimentaria. Sin embargo, la actual desconexión amenaza con limitar el acceso a tecnologías críticas en un sector esencial para la economía nacional. En este terreno, la paradoja se repite: priorizar principios políticos puede acabar afectando a la competitividad agrícola española en los mercados internacionales.
El Gobierno español, que en el plano diplomático adopta una postura frontal contra la ofensiva israelí, debe decidir hasta qué punto trasladar esa misma confrontación al terreno tecnológico y económico. La cuestión es si puede permitirse el lujo de sostener una desconexión económica plena con Israel, sin que ello suponga un retroceso estratégico en sectores donde España es especialmente vulnerable: agua, energía, salud y seguridad digital. La respuesta probablemente será un equilibrio inestable de presión política y gestos visibles de desconexión, combinados con una cooperación silenciosa, con ciertas dosis de impostura, en áreas críticas.
Tomás Torres Perales Comandante de Caballería y economista. Academia de Ciencias y Artes Militares
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