A pesar del...
La economía de Bridgerton
El género romántico, que estaba de capa caída, ha experimentado un reflorecimiento
La exitosa serie estadounidense Bridgerton, con varias temporadas en Netflix, tiene varios ingredientes económicos, empezando por el éxito.
La revista The Economist, tras informar de que los espectadores pasaron mil millones de horas viendo la primera temporada, y casi ochocientos millones con la segunda, apuntó que la fascinación del público por este drama romántico situado en la Inglaterra de la Regencia, a comienzos del siglo XIX, ha tenido efectos sobre los consumidores de hoy. Por ejemplo, ha habido un auge de los cuartetos de cuerda para animar fiestas y reuniones. «Según una encuesta de la orquesta londinense Royal Philharmonic, la gente está más interesada en interpretaciones musicales donde se unan el pop y lo clásico que en cualquier otra clase de concierto». Hay gente que de hecho pide música con estilo Bridgerton.
La demanda de dicho estilo se extiende a los libros, y las novelas de Julia Quinn, sobre las que se basa la serie, son best-sellers. El género romántico, que estaba de capa caída, ha experimentado un reflorecimiento.
Cabría argumentar que todo este triunfo económico es extraño, considerando que estamos viendo un mercado que resulta una herejía para el pensamiento único: el de las señoritas casaderas, que no tienen otro objetivo en la vida que casarse y tener hijos. Pero la realidad es más sutil, y no solo por el hecho de que ese objetivo sigue siendo deseable para muchas mujeres, a pesar del progresismo hegemónico. Es que aquí los personajes fuertes son en su práctica totalidad mujeres, desde la reina hasta Lady Whistledown, pasando por Daphne Bridgerton, Lady Danbury, y otras.
Son muchos los pensadores, incluyendo al Adam Smith de La teoría de los sentimientos morales, que han subrayado que existe una importante demanda para conocer la vida de los ricos y poderosos –no fueron casuales los triunfos de El ala oeste de la Casa Blanca o The Crown–. En este caso tiene el atractivo añadido de la pluralidad racial, y de que la energía femenina aparece en personajes clave, como Daphne, envuelta en pura inocencia.
Varios periódicos, como el Wall Street Journal, señalaron que las redes sociales bulleron con la recomendación de que el atractivo actor Regé-Jean Page, que interpreta al duque de Hastings, sea el próximo James Bond. Pero, además, conviene recordar que en su aprendizaje personal, ayudado por mujeres, claro, el duque comprende que debe administrar mejor sus intereses económicos.
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