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El ocaso de «Abc»

La Razón
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Negando la realidad no se consigue eliminar la verdad de los hechos, sólo su ocultación. La realidad pervivirá, se niegue o no. Es el peor síntoma para que una empresa deje de gestionarse correctamente. Parece que el grupo Vocento ha entrado en esta dinámica destructiva cuando decide atacar a su máximo competidor. Lo peor que le puede pasar a un medio de comunicación es que sus ventas, es decir, el número de lectores, esté por debajo de lo que cree, dice o difunde. Pero dada su persistencia en el engaño y la manipulación informativa, nos vemos obligados a responder a un editorial publicado ayer en «Abc».

Mienten cuando dicen que directivos de LA RAZÓN están imputados en algún caso que tenga que ver con influir en decisiones políticas. En esto también se han quedado anticuados, porque ya no existe el término «imputar», sino que se denomina «investigar». Pero no sólo eso, sino que deben utilizar una bola de cristal para redactar sus informaciones, ya que imputaron cuando todavía nadie está imputado. Con estos antecedentes, no sorprende que un periódico en franco retroceso como «Abc» optara por publicar un editorial tan inconsistente y falso en sus acusaciones en un día tan señalado como el de Difuntos. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, reconoció que no había habido ningún tipo de presión de este diario y de sus directivos. En apenas 48 horas, la Audiencia Nacional sobreseyó el caso. Parece que «Abc» quiso ocultar esta información a sus lectores, como también utilizó el nombre de algunos encausados queriendo vincular sus negocios privados con esta cabecera. Esconder el fracaso en los éxitos ajenos sólo alivia la frustración, pero no resuelve el problema, como decir que la fusión de Antena 3 y La Sexta estuvo envuelta en la polémica. Esta operación no sólo se ha ajustado a derecho, sino que ha sido un éxito. No hay que olvidar que previamente, el 18 de diciembre de 2009, se produjo la fusión de Telecinco y Cuatro. Estos procesos fueron coherentes con lo que ha sucedido en el mercado televisivo europeo. Quizá sea ese el problema que ahora quiere de nuevo airear Vocento, sobre todo cuando ese grupo fue beneficiario de una licencia de televisión que, por su desastrosa gestión, se vieron obligados a ceder en régimen de alquiler. Insistimos: los lectores deben saber toda la verdad.

Más pueril nos parece acusar a La Sexta de haber «desestabilizado gravemente la vida pública española». Muy desesperada debe ser la situación en Vocento para recriminar a una cadena seria, con un gran plantel de profesionales y con pulso periodístico, haber favorecido a Podemos, sin atender la única razón periodística que les mueve: la pluralidad y dar cabida a todas las opciones ideológicas. Sería como acusar a «Abc» del ascenso en las expectativas de votos de Pablo Iglesias por haber participado éste en un foro organizado por ese periódico, como así sucedió el 10 de noviembre de 2015 en el Casino de Madrid. Por contra, La Sexta es una televisión de Estado, como se ha demostrado en su posición en las grandes cuestiones institucionales, como el desafío del independentismo catalán o la abdicación del Rey. La realidad es que el Grupo Vocento no quiere aceptar que LA RAZÓN, un periódico joven, fundado desde el respeto a sus competidores, apenas hace veinte años, supera en ventas, no sólo en Madrid, sino en toda España, al centenario «Abc».

¿Qué es lo que está pasando en Vocento para que este grupo responsabilice a LA RAZÓN de sus pérdidas? En primer lugar, no cabe duda de que es por la situación del mercado, pero también por sus propios errores. No podemos alegrarnos, como es razonable, del tijeretazo que Vocento plantea para la plantilla de «Abc» porque afectará a sus empleados, pero sí llamar la atención de que contrarrestar las pérdidas –en el primer semestre del año los ingresos se redujeron el 6,1%– sobre el capital humano es realmente alarmante, sobre todo si con ello lo que se busca es mantener a salvo a los directivos, que, por cierto, parece que invierten más tiempo en saldar sus diferencias que en buscar soluciones.

Como apuntábamos, la crisis ha sido dura para todos y lo importante era salir lo menos dañado posible en la estructura de la plantilla y en la línea editorial y los principios que la sustenta. «Abc» dice en su editorial que publicamos «informaciones falaces», refiriéndose a los anuncios de prostitución que es fácil de comprobar que publican día tras día en sus páginas. LA RAZÓN los eliminó hace años siguiendo un principio ético básico. Lo realmente alarmante e inmoral es que lo siga haciendo un periódico que se confiesa católico y que inserta el suplemento de religión «Alfa y Omega», que se elabora exclusivamente con el apoyo económico del Arzobispado de Madrid. Es una situación insostenible que sus lectores deberían conocer y obligar a rectificar. No se entiende la indiferencia del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ante esta escandalosa situación. Pero si algo desautoriza totalmente a un medio de comunicación es la falsedad en sus noticias y más aún acusar a otro medio que lo único que hace es informar con veracidad y rigor.