Impuestos

El valor del rigor presupuestario

Los grupos de la oposición, especialmente el PSOE, y un buen número de expertos cuestionaron las previsiones de ingresos de los Presupuestos Generales del Estado de 2012 por irreales e infladas. Pronosticaron que el Gobierno se vería forzado a revisarlas superado por la recesión, que las pondría en evidencia más pronto que tarde. Afortunadamente para los intereses generales, el Ejecutivo estaba en lo cierto y los escépticos y los derrotistas, en el error. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dio ayer por cumplido oficialmente el objetivo de recaudación en 2012 gracias principalmente a la adopción de las medidas tributarias que se tomaron en el marco del proceso de consolidación fiscal. El resultado ha sido que todas esas novedades impositivas permitieron un aumento de los ingresos de 11.237 millones de euros en el pasado ejercicio, pese a la grave crisis y al estancamiento de la actividad. Sin esas iniciativas, efectivamente, se habría sufrido una caída del 2,7% en sintonía con el retroceso de la demanda interna. El esfuerzo de empresas y particulares ha sido notable y es de justicia reconocerlo. Pero también es preciso destacar que el sacrificio solicitado por el Gobierno ha estado marcado por la equidad. Han pagado más impuestos las grandes compañías y las mayores rentas. El 80% del incremento del IRPF lo ha soportado el 20% de los contribuyentes con patrimonios superiores. El Impuesto de Sociedades ha sido fundamental también con un crecimiento del 29% respecto a 2011. De hecho, la mejoría de la recaudación por este concepto ha sido superior a la suma del aumento por IRPF e IVA juntos. El balance ha demostrado que la subida de impuestos fue un mal necesario para hacer frente a un panorama financiero imposible heredado por el Ejecutivo anterior. La trascendencia de haber cumplido el Presupuesto no sólo se fundamenta en la mejoría de la salud financiera, sino en valorar qué consecuencias habría tenido incumplir los Presupuestos en términos económicos, de confianza en el país y de los desgarros sociales por los nuevos ajustes que llegarían con seguridad. Los ingresos, sin embargo, no garantizan el cumplimiento del objetivo de déficit público porque se desconocen los datos definitivos referentes al gasto, aunque lo acerca y no lo convierte en imposible, como habría ocurrido si la recaudación hubiera sido otra. Se ha salvado una situación límite y el Gobierno puede sentirse satisfecho por su labor y por el compromiso de un país que afrontó un ajuste estructural como ningún otro en Europa. Una administración que cumple transmite seriedad y capacidad, cualidades indispensables para ganar credibilidad. Para Montoro, es el quinto Presupuesto que presenta y liquida y el quinto que supera. No es un dato menor para quienes nos escrutan a diario.