Cataluña

Mas se ve reflejado en Crimea

Insistir en el cumplimiento de la legalidad y hacer cumplir las leyes con todas sus consecuencias. El Estado de Derecho no tiene otro camino cuando es sometido a un chantaje como el que lideran Artur Mas y los partidos nacionalistas catalanes. El pueblo de Cataluña, tal y como sostienen los nacionalistas más iluminados, no está arrogado por el derecho a incumplir la Ley. Lo repetiremos: convocar un referéndum para separarse de España es ilegal. Lo es según la Constitución española y lo es según cualquier constitución, incluida, por supuesto, la de Ucrania. Crimea acudió ayer a votar en un referéndum ilegal para decidir su separación de Ucrania. Las instituciones internacionales lo tipificaron de ilegal y, hecho el recuento y confirmada la victoria a favor de la anexión a Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos no reconocen el resultado por considerar que el plebiscito es ilegal. Ayer, el ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, no pudo expresarlo con más claridad: «Un referéndum que viola una Constitución interna viola por definición la legalidad internacional y no puede producir efectos jurídicos». El nacionalismo catalán, cuando le interesa, se mira en el espejo de todos los procesos de independencia (Kosovo fue el último), pero cuando la imagen que se proyecta es la del desgarro que sufre una sociedad obligada a decidir sobre su identidad, marca distancias escrupulosamente. Ahora niegan el paralelismo de Cataluña con Crimea. Son casos diferentes desde el punto de vista de la historia y la geoestrategia, pero ambos coinciden plenamente en lo esencial: como recordaron ayer los líderes europeos, en Ucrania se ha producido una violación de la soberanía e integridad territorial, algo que es plenamente equiparable en el caso de que Mas acabe celebrando un referéndum el próximo 9 de noviembre. Mas debería tener muy en cuenta las sanciones que ha anunciado el Consejo de Europa pero, por encima de ellas, que la Ley debe cumplirse y que debe ponerse coto a un juego de una deslealtad inadmisible. A estas alturas, justificar que esa consulta sólo quiere dar voz al reclamo mayoritario de la sociedad catalana es ya una burda manipulación de unas intenciones que ni se ocultan (incluso se ha puesto fecha exacta para la declaración de independencia: el 23 de abril de 2015) y que sólo aspiran a la secesión. Sobre todo, después de que este fin de semana Mas llegase a no descartar la declaración unilateral de independencia, una medida de una irresponsabilidad mayúscula y muy claramente tipificada en el Código Penal. Una provocación más. Georges Orwell dijo de ese lenguaje político que maneja el nacionalismo que «está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas» y «para dar una apariencia de consistencia al puro viento».